martes, 2 de febrero de 2010

Entre dos mundos: la infancia y la adultez - Por Noemí Di Donato


“ La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir, nada hay mas insensato que pretender sustituirlas por las nuestras ”Jacques Rousseau (1712- 1778) Filósofo Francés.

No es para nada casual que comience mi artículo con esta frase de Rousseau. Es necesario que comencemos a reflexionar acerca de las situaciones que llevan como protagonistas de hechos delictivos a los menores. ¿Qué es lo que esta pasando? ¿Piensan uds. que estos jóvenes actúan premeditadamente? ¿Es válido analizar esta temática tan conflictiva desde la resolución de algunos políticos que proponen la baja de imputabilidad?

Seguramente debe existir en cada uno de sus hogares estos interrogantes y muchos más. Vamos a intentar esclarecer algunos conceptos.

El sujeto parlante justamente por el hecho de hablar lo hace desde diferentes lugares y esos lugares no son cualquier lugar sino que esta determinado por la pertenencia que el individuo denote. Es así como Lacan determinó la existencia de cuatro discursos: el discurso del amo, el discurso universitario, el discurso jurídico, el discurso del psicoanálisis.

Los analistas que trabajamos con menores que han delinquido o que son víctimas de violencia observamos la gran diferencia existente entre el modus operandi del juez y nosotros. Es de gran importancia poder explicitar en qué consisten estas diferencias para poder entender y porqué no comenzar a pensar en nuevos modos de abordaje de la delincuencia juvenil así como también de la construcción de la prevención correspondiente.

El aparato jurídico se posiciona en el lugar de búsqueda de la verdad, para ello evalúa la conducta manifiesta; mientras que el analista va a trabajar con lo latente que se va a inferir desde lo manifiesto. En ese sentido la ley para el juez debe ser conocida y tiene que dar respuestas, el sujeto es tomado como un objeto.

¿Pero de qué verdad se habla? ¿Cúal es la verdad de estos niños que salen a matar?

En esa postura se conocerá que el adolescente es actuador y estos adolescentes más aún. ¿Cómo van a poder conocer la ley si no han sido atravesados por la ley del padre, esa ley que permite la instalación de los límites que van a operar en la construcción de la subjetividad?

Estos niños carecen de un sin número de condiciones básicas para la restructuración de su psiquis que los dejan a merced del devenir de la vida y los coloca en un lugar de objeto y de esa manera actúan. Cuando el joven sale con un revolver sale a matar o morir. En este punto el juez exige la explicación, la certeza y el niño no se la pueda dar y la institucionalización del menor tampoco lo lograra.

No lo logra porque el menor tampoco lo sabe. Hay que trabajar con estos adolescentes desde otro lugar hay que permitirles la escucha, el fortalecimiento de vínculos con el Otro.

Se escucha con frecuencia a quienes han sido víctimas de la pérdida de un ser querido manifestarse adherir a la cárcel en forma perpetua. Es comprensible el dolor ante tamaña perdida pero trato que se comprenda de manera incipiente los factores que están posibilitando el delito. En esa puesta en escena delictiva de los menores hay una demanda de ser tenidos en cuenta, de ser tomados como sujetos de la cultura como cualquiera de nosotros.

Una de las maneras de intervenir es aquella que han comenzado a poner en práctica algunos jueces y que consisten en la integración de programas donde el menor se inserta en trabajos terapéuticos que le permiten ir pudiendo simbolizar, ya que una de las fallas graves de estos niños es la incapacidad de simbolizar, es decir a poder ser hablado y hablar de sí. Para ellos la palabra y la acción son lo mismo.

Días pasados una colega me contaba que estaba trabajando en uno de estos programas y uno de los jóvenes que le había sido derivado era porque había matado a otro: ¿qué lo llevo a hacer eso? Le pregunto y me cuenta que la víctima le dijo que donde lo viera lo iba a matar; este joven fue a su casa, tomó un revolver y lo mató, lo mató porque lo había dicho: nada más. Fíjense como las palabras tomaron el espacio de la actuación en él, no lo simbolizó, lo actuó. La pulsión se hace hacer.

Amerita reflexionar entonces que es menester comenzar a poner en práctica los programas que dan lugar al trabajo de los analistas para que estos jóvenes puedan advenir sujetos, esa es la manera que puedan comenzar a considerar al semejante.

¿Otra pregunta a realizarnos sería porqué algunos jueces tiene la mirada puesta en estas cuestiones y otros no? ¿Porqué no pueden establecer otras pautas desde un trabajo realmente interdisciplinario?

Aún les resulta ajeno entender que el sujeto es acorde con su causalidad psíquica, su singularidad, su historia y su contexto.

La proliferación del delito en los jóvenes está relacionado con las políticas públicas que han diseminado leyes donde los sujetos mas vulnerables han quedado expuestos a la realización de tareas no acordes con su edad debido a la expulsión sistemática de sus padres del mercado laboral.

Estamos vivenciando momentos difíciles para los seres humanos: ¿ no será el momento propicio para comenzar a trabajar en equipo dejando de lado la cuestión del poder?

Lic. Noemí Di Donato


No hay comentarios:

Publicar un comentario