jueves, 31 de diciembre de 2009

"No - Relación Sexual" - Por Laure Naveau

“¿Está usted seguro de amar?” Tal era la pregunta planteada por
Psychologies magazine en su número de octubre de 2008 consagrado al
amor. En su respuesta, J.-A.Miller descifra a la letra el aforismo de Lacan
según el cual “no hay relación sexual (…) que pueda ponerse por escrito”
1, y logra la hazaña de hacerlo legible al gran público. He aquí lo
esencial: “Entre tal hombre y talmujer, nada está escrito por anticipado,
no hay brújula, no hay relación preestablecida. Su encuentro no está programado
como el del espermatozoide con el óvulo, tampoco tiene nada
que ver con los genes. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un
mundo de discurso, es eso lo que es determinante”. La entrevista concluye
con estas simples proposiciones: “El diálogo de un sexo con el otro
es imposible (…) Los enamorados están de hecho condenados a aprender
indefinidamente la lengua del otro, a tientas, buscando las claves,
siempre revocables. El amor es un laberinto de malentendidos cuya salida
no existe”.2
En 2007, J.-A. Miller nos proponía releer la geometría lacaniana de la
relación sexual a partir de Joyce, quien decía de sumujer que le iba como
un guante3. El escritor describía así una adecuación especial, sintomática,
de su esposa con relación a él. Se deduce de esta observación que
Joyce subvirtió la inadecuación propia a la relación entre los sexos de la
misma manera que subvirtió la relación con la lengua, haciendo de su
mujer su sinthome.
El año siguiente, comentando de nuevo la imposibilidad de escribir
la relación sexual, J.-A.Miller puso de relieve las fórmulas lógicas de la
sexuación que intentan escribir hay del goce sexual con el cuantificador
existe4 –el mismo que subraya la relación posible del sujeto con el falo y
su relación verdadera con el goce. Pero existe revela al mismo tiempo la
soledad del sujeto bajo las especies de la no relación con el partenaire se-
xual. Evoquemos aquí la proposición paradójica de Lacan concerniente
a la sexualidad femenina, donde pone el acento en la soledad como partenaire
de lamujer: “(…) quiere ser reconocida como la única por la otra
parte: harto ahí lo saben. Pero es también donde se capta lo que hay allí
que aprender, a saber, que así se la satisficiera en la exigencia del amor,
el goce que se tiene de una mujer la divide, convirtiendo su soledad en
su pareja, mientras que la unión queda en el umbral”.5
Lacan, a lo largo de toda su enseñanza, se consagró a reformular en
los términos lógicos de una no-relación la revelación freudiana de la castración,
al punto de hacerla el verdadero secreto de la experiencia analítica.
Su invención del dispositivo del pase permite que este real pueda
ser testimoniado y lamanera en que el analizante se desembrolló de eso,
incluso lo suplió, con el amor, con el fantasma –que puede escribirse– o
con el síntoma, así como el modo según el cual, al final de su análisis,
franquea este impasse y asume el acto que lo hace devenir analista.
En su seminario La angustia, Lacan subraya que “(…) el goce del
hombre y el de la mujer no se conjugan (…)”.6 Si Freud no formula,
como tal, la imposibilidad de la relación sexual, Lacan sostiene sin embargo
que está escrito por todas partes en su obra: “Basta leerlo”, dice7.
Recuerda igualmente cómo lamención especial de unamaldición sobre
el sexo, enunciada por Freud en “El malestar en la cultura”, ha contribuido
al escándalo del psicoanálisis8.
Pero Lacan es radical en este punto: aunque se inspira en el discurso
de la histérica, el discurso analítico es el único que formaliza que se
puede hablar de amor para decir que eso no va. No hay armonía posible,
la relación sexual hace agujero en lo real para el ser hablante, porque
es una relación que no puede escribirse ni leerse. Solo está hecha
del semblante que hay entre los sexos, que también es llamado a la invención
y llamado a lo que puede escribirse, como la poesía. Si no hay
pues fórmulamatemática concebible para escribir la relación sexual, hay
sin embargo en la lengua fórmulas románticas, como “estaba escrito” o
“era fatal”, para intentar cifrar lo que surge de la contingencia. Para
acentuar la dimensión de semblante, de mascarada, de alarde sexual,
Lacan dirá inclusive que “(…) una mujer no tiene testimonio de su inserción
en la ley (fálica), de lo que suple a la relación, más que por el
deseo del hombre”.9
De ahí su invitación dirigida a los analistas a una “ascesis de la escritura”
y a su erosión, dejando rastros que puedan leerse pero, demostrando
también que es imposible escribir la relación sexual. De ahí
también su evocación acerca del sentido de lo cómico, que “no va sin el
saber de la no-relación que está (…) en el golpe del sexo”, y que podría
permitir al discurso analítico prometer introducir lo nuevo en el amor10.
Haber superado el horror ligado al hecho de que no hay relación sexual,
saber que hay ese agujero y que el amor lo suple, puede, en efecto,
tener consecuencias, como la de hacer al amor más digno que la palabrería
que continuamente se produce para el cameleo sexual. Un decir
a medias de la verdad entonces, “(…) la que se evidencia por cuidarse
de llegar hasta la confesión que sería lo peor (…)”11, no se puede decir
todo. Este saber sobre lo imposible cava su lugar al régimen de la contingencia,
a lo que cesa de no escribirse, que Lacan situaba precisamente
como el horizonte verdadero del discurso analítico.

TRADUCCIÓN: MARITA HAMANN

1 LACAN, J., “Nota italiana”, Revista Uno por Uno N° 17, Bs.As., Eolia, 1991, pp.
16 a 19.
2 MILLER, J.-A., “La psychanalyse enseigne-t-elle quelque chose sur l’amour?”, Psychologies
magazine N° 278, octobre 2008, pp. 116-120.
3 MILLER, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, 17/1/07, inédito.
4 MILLER, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, 30/1/08, inédito.
5 LACAN, J., “El atolondrado, el atolondradicho o las vueltas dichas”, Escansión
N° 1, Bs. As., Paidós, 1984, p. 37.
6 LACAN, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Bs. As., Paidós, 2006, p. 287.
7 LACAN, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Bs.
As., Paidós, 2009, p. 91.
8 LACAN, J., “Televisión”, Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión, Anagrama, Barcelona,
1977, p. 116.
9 LACAN, J.: El Seminario, Libro 18, De un discurso…, op. cit., p. 65.
10 LACAN, J., “Televisión”, op. cit., p. 114.
11 LACAN, J.: El Seminario, Libro 20, Aun, Bs. As., Paidós, 1992, p.113.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

El Mercado de lo Mental - Jaques A. Miller


Él: Usted está, de repente, muy silencioso cuando la ciudad murmura sobre cierto Libro negro...Yo: Es para no decir lo que no sería comprendido, o sea, que ese libro me encanta.Él: Señor el paradojal, conocemos sus vueltas.Yo: Qué! El Señor Widlöcher, presidente francés de una augusta Asociación internacional que procede en línea directa de Freud, se hizo desde hace años el compadre de las TCC (terapias cognitivo-comportamentales). Proclamó por doquier que serían una fuente de Juvencia para el psicoanálisis. Fue elegido miembro del Comité de Honor de una Asociación de TCC.Más aún, su celo lo llevó hasta a "cognitivizar" la mayor parte de los conceptos freudianos: la pulsión, convertida en instinto, puede modificarse como un reflejo condicionado; la angustia, reducida a una hiperventilación, hay que regularla; el "co-pensamiento" remplaza a la transferencia; el síntoma freudiano a interpretar se metamorfosea en fenómeno "biopsicosocial"; las patologías psi son taras hereditarias, cuya causa es genética; las fobias son el resultado de condicionamientos defectuosos; la neurosis obsesiva desaparece en beneficio del TOC; las psicosis delirantes con tema religioso son un signo de espiritualidad; etc.Finalmente, él mismo se convierte en autor de cuestionarios destinados a "evaluar" la depresión y la intoxicación etílica. En pocas palabras, vendió la totalidad del negocio que tenía a su cargo, y eso por los lindos ojos de la Señora TCC. Y he aquí, que esta ingrata, tan ardientemente cortejada, de repente deja plantado al pretendiente para contraer nuevas nupcias con corazoncitos que consideran a Freud como un impostor y al psicoanálisis como una infamia. "Tú lo quisiste, Geoges Dandin!" Oh, la farsa, Oh, el vaudeville!Él: ¿Son las desgracias del Señor Wildöcher las que lo regocijan?Yo: No, no solo eso. Me regocija también que ese libro se las agarre con el psicoanálisis sin fiorituras, sin hacer la distinción entre los que "hieden" y los que "huelen a agua de Colonia", según el inmortal binario de Signé Furax.Él: ¿Los lacanianos de un lado, los otros del otro?Yo: Y viceversa. Esto verifica mi tesis que la comunidad psicoanalítica está en vía de reunificación. Acá estamos juntos al precio de ser tirados a la basura por los lindos tipos que cacarean, si puedo expresarme así, al poner ese huevo.Él: Una golondrina no hace verano.Yo: Una, puede ser, pero dos? Uno de los predecesores de Wildöcher en la presidencia de la IPA, Horacio Etchegoyen, un kleiniano argentino, un pozo de ciencia y de sabiduría, llega de Buenos Aires, y dará en Paris una conferencia pública el 3 de octubre a las 20, 30 horas. en la Maison des Mines, en ocasión de la publicación en francés, en Hermann, de su obra maestra, los Fondements de la psychanalyse. ¿Quiénes son los dos que escriben el prefacio de la obra? ¿Quién le dará la réplica en la conferencia? Wildöcher y vuestro servidor.Él: ¿Usted cree que después de sus burlas, el Señor Widlöcher...Yo: Es un hombre de mundo. Mis chiquilinadas no lo perturban. Sabrá muy bien encontrar algunos practicantes de las TCC que hablarán bien del psicoanálisis, y él ahí ya no aparecerá. Quiero decir que aparecerá otro libro que pintará de rosa lo que el primero había pintado de negro. Estarán los TCC antipsicoanálisis, y los pro, eso es todo.Él: Veo que este Libro negro le viene muy bien. ¿Pero sobre el fondo?Yo: El Libro negro no tiene fondo, sino ante todo un tono: es un gritoininterrumpido, como una sirena estridente ululando la misma nota en las 800 páginas. Pero si esta obra tiene un fondo, entonces es un doble fondo. Aparentemente es una recopilación de injurias, que se remontan hasta los "clarividentes" de 1910, que ya habían sacado a la luz el juego malsano de Freud. En ese género, el más malo, es aún Lacan, citado por haber profesado ex cátedra que el psicoanálisis era "una estafa", y Freud un mediquito vienés que, a lo sumo, había hecho un descubrimiento demasiado grande para él.Él: ¿Dónde está el doble fondo?Yo: El libro dice que el psicoanálisis ha muerto, para que se entienda: vivan las TCC!Él: Pareciera que esas TCC le preocupan mucho!Yo: Es la clave del libro. Releía en mi viejo Horacio la oda misteriosa: "De esta cabeza de acá Fortuna rapax, la Fortuna rapaz, haciendo vibrar sus alas estridentes, le sacó la tiara, y se divierte al verla posada sobre aquella otra". La idea es desacreditar al psicoanálisis frente a la opinión, para edificar sobre sus ruinas humeantes, un simil a Walden Two y alojar allí a los franceses.Él: ¿Hace falta realmente citar a Horacio? ¿De qué se trata esta construcción?Yo: El comportamentalismo es primero Watson: no nos ocupemos de los pensamientos que la gente tiene en la cabeza, sino de la manera como se comportan. De los hechos, no de las suposiciones. De las observaciones, no de las conjeturas. Luego es Pavlov, y su famoso "condicionamiento" del perro: babosea frente al alimento, se asocia un timbre a la presentación de su comida, tercer tiempo, bastará ya con el timbre para que babosee. El tercer genio, Skinner, en los años 30 domestica ratas y palomas: las domestica recompensándolas cuando su comportamiento es el que se espera de ellas. De ahí, pasa a la domesticación humana.Walden Two es la utopía de una comunidad comportamentalista, dirigida por entrenadores, ellos mismos a las órdenes de invisibles planners, planificadores que tiran de los hilos de sus marionetas por su bien mayor, y desde la más tierna edad. "We can't afford freedom", decía Skinner, "no nos podemos pagar el lujo de ser libres". Esta linda obrita, aparecida en 1948, y considerada como "siniestra" por el New York Times de esa época, no había sido nunca traducida al francés. Lo fue este año, gracias a la diligencia de esas asociaciones de TCC que mima Wildöcher.Él: Pero en las TCC no está solo lo "comportamental", está lo "cognitivo".Yo: El comportamentalismo es una pobre vieja cosa que se pagó una nueva juventud vistiéndose chez Cognitivo. En esto, se es infiel a Watson: si usted disfunciona, se debe a que adquirió "esquemas de pensamiento" errados; nosotros los encontraremos juntos y los corregiremos. Nada que ver con las "neurociencias" que no tienen un programa clínico.Él: ¿Y cómo encontrarlos esos "esquemas de pensamiento"?Yo: Nada más fácil: yo hago preguntas y usted contesta. Esta mañana se despertó 1) de muy buen humor? 2) de buen humor? 3) todo bien? 4) falto de ganas? 5) hubiera preferido quedarse en la cama? Eso es. No es más complicado que esto. El psicoanálisis estaba hecho para arribar, por un lado a un Libro negro, muy negro, por otro lado a una voz de mando: "Cuestionarios por todos lados!" Al diablo esos tiempos de antes: inconsciente, censura, represión. La verdad está acá, simple y tranquila, al pie de vuestra cama. Tilde cada mañana la respuesta correcta. Al cabo de un año o de un mes, o de un año, usted tendrá con qué hacer cálculos sabios: frecuencias, probabilidades, distribuciones, etc. Si extiende la encuesta a algunos otros, concubinos, amigos, vecinos, alumnos, o mejor aún, a poblaciones numerosas por la vía administrativa, es epidemiólogo. Su coloso matemático olvidará que reposa sobre el casillero que se tilda, nada más. Es el fundamento: suponer un sujeto transparente a sí mismo, que tilda donde corresponde sin obstáculos.Él: Entonces entre el psicoanálisis y las TCC hay una incompatibilidad absoluta?Yo: El fundador de las TCC, Aaron Beck, que solo reconoce como predecesores a Buda y a Epicteto, explicaba muy bien, hace tres años en el Washington Post, el nacimiento de su descubrimiento: psicoanalista, se aburría mucho con sus pacientes, quería tener alguna otra cosa para hacer. Sin embargo tuvo que reconocer que, para los americanos, las TCC (CBT en inglés) son sinónimo de "managed care", es decir terapias baratas, cuyos gastos están reintegrados por las mutuales y otros seguros. Se aíslan unidades de trastornos, se compran las unidades de tratamiento correspondientes, y chau Señor, que tenga un buen día.Él: En pocas palabras para usted son terapias rebajadas.Yo: Desde hace dos años todo el alboroto tiende a convencer al público que el producto TCC, aunque es de inferior calidad, tiene una eficacia superior al tratamiento de lujo que sería el psicoanálisis. Era el sentido del famoso informe del Inserm. ¿Es esta institución tan hábil como para manchar con tales operaciones de marketing una sigla que sigue siendo prestigiosa?Él: Marketing? El Inserm?Yo: Ciertamente. El Inserm "valoriza" su sigla al costo de comprometerlo. Es un juego peligroso. Para cuándo un libro negro sobre el tema?Él: Es tiempo de concluir.Yo: Concluyo: hay un mercado de lo mental.Él: Que ustedes, TCC y psicoanálisis, se disputan.Yo: En realidad, la ''mercantilización" de lo mental se consumó desde hace mucho tiempo.Notas* Autodiálogo imaginario sobre la verdadera cuestión de las terapias comportamentales (Libération, 28 septiembre 2005, página 32, Rébonds, http://www.liberation.fr/ - Paris)

sábado, 19 de diciembre de 2009

"Replegarse sería mortal para el psicoanálisis"


El psicoanálisis debe salir a la calle...

Entrevista a J.A. Miller. por ÉRIC FAVEREAU. Sábado 19 de enero de 2008. En: http://www.nel-amp.org/eventos/acontecimientos/replegarse-seria-mortal-para-el-psicoanalisis


Jacques-Alain Miller. Yerno de Jacques Lacan. Personalidad muy controvertida, director del departamento de psicoanálisis de la universidad Paris-VIII, Jacques-Alain Miller, 63 años, creó en 198 1la Escuela de la causa freudiana. En 1992, fundó la asociación mundial de psicoanálisis. Bajo su autoridad se publican los textos de los seminarios de Jacques Lacan, a cuenta gotas, se lamentan algunos. Es también alguien que polemiza. A la cabeza de la lucha contra la enmienda Accoyer, que quería legislar sobre la psicoterapia, retoma el combate contra los cognitivistas, obsesionados con la evaluación. Organiza en la Mutualité, el 9 y 10 de febrero, un "gran meeting para que viva el psicoanálisis", sobre el tema: ¿qué política de civilización?Se habla nuevamente de la enmienda Accoyer, que busca enmarcar el uso del título de psicoterapeuta. Provocó la ira de todo el medio analítico. Vuelve pero bajo una forma atenuada. Y usted, vuelve a la guerra…El asunto de la enmienda está cerrado. No hay ningún contencioso después que Bernard Accoyer renunció a su primer texto, que se arriesgaba a definir las diversas psicoterapias. Su preocupación por regular el uso del título de psicoterapeuta fue escuchado por el medio psi, que, desde hace pronto tres años, es parte interesada en la concertación sobre el decreto de aplicación. Por el contrario, sí, para mí el combate se ha vuelto permanente.¿Pero qué combate?Freud diagnosticó hace mucho tiempo un « malestar en la civilización". Estamos mucho más allá: todo el mundo siente que la civilización occidental tiende a volverse francamente invivible. Esto suscita revueltas, una guerra civil, pero que respeta las formas del debate democrático.¿Ciertamente, pero qué guerra?Hay una guerra ideológica que opone, por una parte, los cuantificadores, los cognitivistas [1], con su pretensión creciente de regentear la existencia humana en todos sus aspectos, y por otra parte, todos aquellos que no se inclinan ante la cuantificación en todas partes. El fanatismo de la cifra, no es la ciencia, es su mueca. No hace mucho, la administración, era aún burócratas a la Courteline. De ahora en más, la electrónica pone entre las manos de las burocracias occidentales un poder inmenso de almacenamiento y de tratamiento de la información. Se han embriagado con eso, perdieron el sentido común. Las más afectadas son las de la Unión europea, herederas de las monarquías. Van hacia la vigilancia generalizada, de la cuna a la tumba. Aspiran al control social total. Se prometen remodelar al hombre en lo que tiene de más profundo. No se trata ya solo de "gobernar los espíritus", como quería Guizot, ni incluso sugestionarlos con olas de propaganda masiva.Nuestros amos están tan confundidos por el progreso inusitado de las bio y nanotecnologías que sueñan con manipular en directo el cerebro con implantes y electrodos. Hasta tanto se pueda hacer eso, ¿por qué no poner a punto una humanidad higiénica, desembarazada de una buena vez de lo que Freud llamaba la pulsión de muerte, una especie humana mejorada, transhumana? Quedamos reducidos a decirnos: !por fortuna existe el papa! Pues cuando los débiles mentales tienen el poder, el progreso científico engendra utopías autoritarias que son verdaderos delirios megalomaníacos. Esto fracasará sin remedio, pero hasta tanto produce estragos. No hay que dejar hacer, incluso si los clivajes nuevos que suscita esta desmesura no obedecen ya a la lógica izquierda derecha¿Pero, en qué concierne al psicoanálisis esos clivajes, que es del orden del dominio privado?Desde comienzos del siglo XXI, la burocracia decidió que la salud mental de los pueblos formaba parte de sus atribuciones. Invadió los dominios de la escucha, de las terapias por la palabra, se ocupó de remodelarlas del principio al fin. En la práctica, esto quiere decir: atacar al psicoanálisis. Tratar de eliminarlo en provecho de la técnicas de persuasión, las terapias cognitivo comportamentales, que pretenden que sus efectos son cifrables, por lo tanto científicos. Es la impostura del cognitivismo. El cognitivismo, es decir la creencia que el hombre es análogo a una máquina que trata la información.En esta óptica, se trata de hacerle escupir cifras al alma. Se mide a cuanto más mejor, se cuenta todo y no importa qué; los comportamientos, las casillas marcadas de los cuestionarios, los movimientos del cuerpo, las secreciones, las neuronas, los colores de la resonancia magnética, etc. Sobre estos datos recogidos de este modo, se elucubra, se los homologa a otros tantos procesos mentales que son perfectamente fantasmáticos, se imaginan haber puesto la mano sobre el pensamiento. En resumen, se divaga, pero como está cifrado parece científico. Todo un cúmulo de metáforas infiltró de este modo el discurso corriente, a fuerza de producir y de manejar máquinas, al hombre contemporáneo le gusta imaginarse ser una de ellas.¿Un ejemplo?Nos explican que estar enamorado, ocurre cuando nuestra serotonina baja a menos del 40 %. Esto se midió en cobayos que aseguran piensa en el ser amado al menos cuatro horas por día. ¿El amor loco? Hace subir la dopamina. Por lo tanto si usted tiene propensión al amor loco, se trata sin duda de que tiene una pequeña falta de ese lado. Por el contrario, si usted permanece con la misma persona, es porque su tasa de ocitocina, llamada la hormona del amor…En resumen, se retranscriben sus emociones en términos cuantitativos, y el juego está hecho. Esta cuantificación enloquecida, que es un puro simulacro del discurso científico, se extiende por todas partes. Constituye la felicidad de la administración, la justifica, la alimenta, la incita a recubrir todos los aspectos de la vida.¿Todo debe arrojarse en el cognitivismo?!Oh sí ! Es una ideología que mimetiza las ciencias duras. Pero si se ha extendido tan ampliamente, es porque expresa algo muy profundo, una mutación ontológica, una transformación de nuestra relación con el ser. Hoy, no estamos seguros de que algo exista si ese algo no es cifrable. La cifra se ha vuelto la garantía del ser. El psicoanálisis también descasa sobre la cifra, pero en el sentido del mensaje cifrado. Explota las ambigüedades de la palabra. En este sentido está en el polo opuesto del cognitivismo, a este le es insoportable.Usted señala igualmente que esta ideología de la cifra está en vías de imponerse en la universidad…La evaluación hizo su entrada en la universidad hace veinte años, pero hay un salto cuantitativo con la Agencia de evaluación de la investigación y de la enseñanza superior (la AERES). Es muy reciente: fue creada por la ley del 18 de abril de 2006 e instalada el 21 de marzo. Desde 1985, los organismos encargados de la evaluación se han multiplicado, pero los universitarios e investigadores estaban representados en sus direcciones, y habían aprendido a vivir con ello. Se acabó. Todo ha desaparecido en provecho de una agencia única, "autoridad administrativa independiente" que cubre el territorio nacional. Actúa bajo la autoridad de un consejo bastante raro, el ministerio nombra a los miembros por decreto. Ningún miembro elegido. Del mismo modo, el "delegado" nacional, responsable de cada disciplina, no emana, de ningún modo, de la comunidad de los investigadores, es designado por el presidente de la agencia. El sistema fue concebido por el Pr Jean-Marc Monteil, eminente psicólogo social ognitivista. Está encargado de la misión del gabinete del Primer ministro, mientras que la Agencia es presidida por el Pr Jean François Dhainaut, especialista en biotecnología. Delegado nacional para la psicología: el Pr Michel Fayol, sucesor del Pr Monteil en la universidad de Clermont-Ferand, la única de esa talla donde la psicología clínica es rigurosamente amordazada desde hace años. El Pr. Monteil me explicó sin risa que era en razón de su incompetencia notoria en la materia. La Aeres es un monstruo burocrático hipercentralizado y particularmente opaco: nada que ver con América. Recuerda más bien a la difunta Unión Soviética.¿Cuál es el objetivo ? ¿Expulsar al psicoanálisis de la universidad?El objetivo es rentabilizar la investigación. El resultado será muy diferente. En nombre de la planificación total y de la objetividad perfecta, se ejerce el sadismo sobre los universitarios y los investigadores. Se expanden pasiones tristes – inquietud, pérdida de estima de sí, depresión -, al mismo tiempo que con una dulce voz dicen. "Por favor, no tengan miedo!" Y al mismo tiempo, Sarkozy promete hacer de las universidades lugares de efervescencia intelectual. Esta usina a gas se romperá la cara, por supuesto, pero será mejor que sea lo antes posible. Aparte de esto, no solo el psicoanálisis es insoportable para los cognitivistas, es el método clínico, porque apunta a lo singular, en tanto que ellos solo juran sobre la estadística. Tienen horror del sujeto, no conocen más que "al hombre sin cualidad", como decía Musil.Pero siempre ha habido un combate entre los clínicos y los cognitivistas…Desde siempre, los clínicos tenían a los estudiantes y los cognitivistas tenían los títulos unviersitario. Lo que cambió, es que hoy los cognitivistas, amparados en su posición administrativa, intentan erradicar a sus competidores. Y lo lograrán, salvo si la tutela política reconoce que la unidad de la psicología es de ahora en más un mito. Entonces, se pondrá de un lado al psicoanálisis, la psicología clínica y la psicopatología. Y del otro a la psicología experimental y cognitivista. Cada dominio con sus competencias propias. A falta de lo cual, el psicoanálisis desaparecerá muy rápido de la universidad. Es lo que le expliqué a Valérie Pécresse, invitado por ella, y es lo suficientemente inteligente como para no permanecer en la memoria como la Atila del psicoanálisis.¿Está es psicoanálisis en estado de defenderse ?«Vivamos felices, vivamos escondidos », esta era la divisa de los psicoanalistas. Esto no se sostiene más. Replegarse en su terreno sería mortal para el psicoanálisis, pues ya no tiene terreno, simplemente. En resumen, los psicoanalistas no podrían dispensarse de tomar parte del debate público.Además existen las prácticas. Hay que innovar. Cada vez más practicantes analizados reciben a sus pacientes en las instituciones. El psicoanalista está en camino de reinventarse. Constatamos que pueden producirse efectos analíticos en otras partes y no solo en el consultorio privado. Hace cuatro años que la Escuela de la causa freudiana ha abierto un centro psicoanalítico de consulta y tratamientos, en el Xmo distrito de París, que recibe gratuitamente a todo el que llega. Esto se extendió como un reguero de pólvora: con iniciativas locales, otros diez centros se han abierto en Francia. Cuatro en España, y también en Italia. En vista de los resultados, los poderes públicos los sostienen cada vez más. Esto testimonia una sorprendente evolución de las mentalidades. Logra alcanzar lo que Freud quiso hacer, dispensarios gratuitosUsted no habla de la amenaza de la psiquiatría biológica y del peso preponderante de los medicamentos…El psicoanálisis no es la cientología. El recurso a los psicotrópicos no está proscrito por principio.¿Que pensó usted de la campaña nacional sobre la depresión?Es Knock a la milésima potencia. Un discurso masificante que trata de penetrar en lo más profundo de cada uno, para remodelar el sentido de sus emociones más íntimas. La ministra de Salud debió darse cuenta de que algo no andaba porque dio su auspicio a un coloquio que organizo sobre el tema.Dejemos a los cognitivistas. ¿Puede haber miradas de evaluación sobre las prácticas analíticas??La cultura de la evaluación es un señuelo. Se apela a ella para cumplir bajas necesidades bajo la cubierta de la objetividad. Se hace como si el saber absoluto posara su dedo sobre usted y le indicara lo que usted vale: usted solo tiene que decir amén. En la práctica, la evaluación está siempre en manos de una claque que hace sus cuentas. Es un procedimiento de tipo soviético. Es la última resistencia a la ley del mercado.¿Usted prefiere las reglas del mercado?Si hubiera que elegir entre la evaluación y el mercado, preferiría aún el mercado. Para evaluar el departamento de psicoanálisis de París VIII, que es el líder mundial para el psicoanálisis de orientación lacaniana, nos envían algunos desdichados cognitivistas que, ellos, van a remolque de la psicología americana: nos toman por chiflados. Nosotros los consideramos nulos.Le control o el pase,¿ no es sin embargo una forma de evaluación?Una elucidación, no es una evaluación. No se trata de ubicar valores sobre una escala preestablecida, sino de volverse disponible para la sorpresa del acontecimiento singular. El psicoanálisis es algo a medida, no la confección en masa. Dicho esto, en psicoanálisis, se nos juzga todos los días por sus resultados, pero no por expertos: sino por los que lo utilizan, por el consumidor.¿Como reaccionó usted a la grilla de evaluación de los ministros, sugerida por el presidente de la Republica?Folklórica. Nadie lo toma en serio. Es para desembarazarse de los ministros perezosos o que dejaron de gustar. Siendo así, el sarlozysmo es un muy curioso voluntarismo, que oscila entre el estatismo y el liberalismo. Napoleón o Raymosn Aron, Sarkozy no eligió, y eso vira a la confusión. Los socialistas, eligieron. El PS fue fragmentado en bandas, todos sus expertos son hiper evaluacionistas. Se convirtió en el partido del "hombre sin cualidades", el portavoz de los altos funcionarios: "¿El interés general? Nos conoce, vamos a calculárselos" No es seguro que la izquierda pueda ahorrarse su disolución si quiere renacer un día.[DE AMP-UQBAR-TLN N° 371 Numéro Extraordinaire]Traducción: Silvia Baudini1- El congitivismo designa una corriente de investigación científica que sostiene la hipótesis de que el pensamiento es un proceso de tratamiento de la información.

jueves, 10 de diciembre de 2009

"Nada es más humano que el crimen"



Por Jacques-Alain Miller


Intervención realizada en una mesa redonda el 29 de abril de 2008, en el Anfiteatro de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, en presencia del Decano de la Facultad. Se trata de la presentación del libro de Silvia Elena Tendlarz y Carlos Dante García ¿A quién mata el asesino? Psicoanálisis y Criminología (Grama, 2008).Tomo la palabra para celebrar la aparición de este libro, cuyos méritos son deslumbrantes: es claro y está bien ordenado; la amplitud de su información no es solo para los especialistas, sino que se dirige a un público amplio. Está escrito en una lengua común, y cada vez que introduce palabras propias del vocabulario del psicoanálisis o del derecho da una explicación. Esto no es común en los trabajos de los psicoanalistas. Encontrarán referencias y nombres propios que no conocen y que testimonian del esfuerzo por parte de los autores por ir más allá de la biblioteca habitual de los analistas.En mi opinión, este trabajo será útil tanto para los analistas como para los agentes del aparato jurídico. Vamos a tratar de imaginar qué uso puede tener para ellos.La clínica presentada en este libro resulta de una intersección entre el psicoanálisis y el derecho. Al leerlo pareciera que hay dos clínicas. Junto a la clínica psiquiátrica y freudiana, el propio discurso del derecho ha producido su propia clínica seleccionado los elementos que podía incorporar. Es a la vez, o sucesivamente, una clínica policial y jurídica. Por ejemplo, en los casos de asesinatos en serie, después de los primeros asesinatos resulta necesario diseñar un retrato psicológico, patológico del criminal, a fin de tratar de anticipar sus movimientos y capturarlo. En estas situaciones la clínica es un imperativo de seguridad pública.A la clínica policial se le agrega una clínica jurídica. Ella debe, por ejemplo, evaluar la posibilidad de que el sospechoso, para la satisfacción de las familias de las víctimas, pueda sostener su presencia y responder ante un tribunal. En Francia se requiere hacer comparecer a los psicóticos gravemente enfermos. Continúa una polémica hasta nuestros días para dilucidar si el diagnóstico clínico debe impedir que comparezca o no ante un tribunal.Entonces, hay dos clínicas, una clínica de los clínicos y una clínica de los policías y de los jueces. Silvia Elena Tendlarz y Carlos Dante García han intentado introducir la primera en la segunda. No es fácil. En este libro vemos que la clínica psicoanalítica trata de introducirse en la clínica policial y jurídica, sin megalomanía, de manera modesta, como una rata simpática que muerde los cables que sostienen la clínica policial y jurídica, y sin otra pretensión más que la de producir una pequeña preocupación en los profesores de derecho, en los jueces y en los abogados. No sé si lo van a lograr.Soñar contra la LeyMe pregunté, al leer este libro, qué texto psicoanalítico se le podría recomendar a los profesores de derecho y a los jueces de buena voluntad, qué orientación podríamos atrevernos a ofrecerles en relación al psicoanálisis. Pienso que la segunda parte del texto de Freud de 1925, al cual me he referido hace algunos años a propósito de un tema sugerido por Javier Aramburu, a quien recordamos, psicoanalista porteño, fallecido demasiado pronto. Se llama "Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto", y particularmente su segunda parte, ‘La responsabilidad moral por el contenido de los sueños’, que escribió después de la Traumdeutung. Es una reflexión de Freud sobre los sueños de naturaleza inmoral.A estos sueños inmorales Freud se niega a llamarlos criminales porque dice que la calificación de crimen no pertenece al psicoanálisis propiamente dicho. ¡Incluso un juez tiene derecho a tener sueños inmorales! Nadie le puede castigar por eso, aunque él mismo se pueda cuestionar, reprochar por eso. Freud se pregunta sobre la implicación del sujeto en el contenido del sueño: ¿el sujeto debe sentirse responsable? En el sueño ocurre que uno es un asesino, mata, viola, hace cosas que en el mundo de la realidad merecerían castigos severos previstos por la ley.Freud considera que su descubrimiento de la interpretación de los sueños desplazó el problema. La Traumdeutung muestra cómo descifrar el contenido supuestamente escondido de los sueños. Lo que se manifiesta en el sueño, su contenido consciente que puede ser inocente, moral, correcto, también puede disimular un contenido más inmoral. Desde el punto de vista de Freud –y no creo que los analistas de hoy difieran sobre este punto–, el contenido latente de la mayoría de los sueños está hecho de la realización de deseos inmorales. Todos los sueños, si se sueña, son fundamentalmente sueños de trasgresión. Uno sueña siempre, según Freud, en contra del derecho. El núcleo del sueño es una trasgresión de la Ley. Los contenidos son de egoísmo, de sadismo, de crueldad, de perversión, de incesto. Se sueña contra la Ley. Y no estoy exagerando el punto de vista freudiano: en la formulación de Freud los soñadores son criminales enmascarados. De manera tal que, cuando se habla de un crimen, de un asesinato, lo primero que desde el punto de vista analítico se podría decir con seguridad es que en esta historia se trata de si mismo y no del otro.Pequeños monstruos fascinadosCuando se lee ¿A quién mata el asesino? uno se identifica con la víctima. Las cuatro páginas del Prólogo son para hacer pensar acerca de qué significa "¡todos asesinos!". Por lo menos, todos somos sospechosos. Si se plantea la pregunta sobre si debemos asumir la responsabilidad de los sueños inmorales, Freud responde que sí. Analíticamente lo inmoral es una parte de nuestro ser. Nuestro ser incluye no solo la parte de la que estamos orgullosos, que mostramos en la tribuna o en el tribunal, la parte admirable, que constituye el honor de la humanidad, sino también la parte horrible. No solamente "honor" sino también "horror". Al menos esto es lo que el psicoanálisis ha agregado a la idea de nuestro ser.La interpretación de los sueños por parte de Freud ha modificado la idea que teníamos sobre nuestro ser. El psicoanálisis ha mostrado que nuestro ser incluye esa parte desconocida, el inconsciente reprimido, que está dentro de mí, que me mueve y actúa habitualmente a través de mí y aunque Freud la llama "ello", está en continuidad con el "yo". Somos criminales inconscientes y eso aflora en la conciencia –principalmente en la conciencia obsesiva– como sentimiento de culpa. Freud considera que toda conciencia moral y la elaboración teórica y práctica del discurso del derecho son reacciones al mal que cada uno percibe en su ello. El derecho es una formación reactiva que resulta del mal presente en cada uno, es decir, primero hay en cada uno ese mal. Eso implica aquello que se puso en evidencia a partir del siglo XVIII y sobre todo desde el siglo XIX: la fascinación hacia el gran criminal.Existe una gran literatura sobre la fascinación hacia el gran criminal y una parte de este libro también recoge trabajos sobre este tema. El último capítulo, el de los serial killers, realmente es insoportable de leer. El último caso es el de Dahmer, el caníbal, que ha inspirado el personaje de Haníbal Lecter. Pienso que esa fascinación por el gran criminal tiene como razón de ser que en cierto modo él realiza un deseo presente en cada uno de nosotros. Aunque sea insoportable pensarlo, de alguna manera son sujetos que no han retrocedido frente a su deseo. Así, puedo entender por qué se utiliza la palabra "monstruo" para calificarlos. Por supuesto nosotros mismos también somos en cierta medida pequeños monstruos o monstruos tímidos.Me gustaría plantear la paradoja que nada es más humano que el crimen. Lo que parece más inhumano, ha sido reintroducido en lo humano por Freud. En ese sentido el crimen desenmascara algo propio de la naturaleza humana, aunque por supuesto exista en nosotros la simpatía, la compasión y la piedad. Lo humano puede ser, precisamente, lo conflictivo entre estas dos vertientes de la Ley y del goce. El serial killer está desprovisto de conflicto, eso es muy claro, en eso sale de lo común. Para terminar el libro hay que soportar la lectura de las descripciones que contiene, aunque ninguna sea obscena se han mantenido ciertos velos.Formas de matarFreud decía que el analista no puede asumir, en el lugar del jurista, la tarea de decidir la capacidad de asumir responsabilidades con fines sociales. La definición de responsabilidad para el bien de la sociedad no conviene al analista. Freud solamente podía ver la capacidad jurídica como una limitación del yo metapsicológico, situaba a la responsabilidad del jurista como una simple construcción social. Lo que se llama el "post-estructuralismo" relativiza, "semblantiza" los discursos: eso se encuentra ya en Freud. Con respecto a la responsabilidad analítica, la responsabilidad jurídica es como una construcción específica que depende de las circunstancias, de las épocas, de las tradiciones. Persiste una inquietud sobre lo que se puede considerar como la responsabilidad jurídica de las personas con trastornos de la personalidad, asociados a una enfermedad mental. En la página 165 del libro se dice que el psicoanálisis, después de haber retomado la clínica criminológica, busca acercarse mucho más a la posición subjetiva de esos individuos. No es fácil. Hay que ver cómo podemos sostener esta orientación.El matar, en la tapa de este libro, está referido a un asesino, pero eso no es el todo del matar. Hay un matar del ser humano que es legal. La civilización supone un derecho de matar al ser humano. Matar legalmente supone agregar algunas palabras al matar salvaje, un encuadre institucional, una red significante, que transforme el matar, la significación misma de la acción mortífera. Si se hace de la buena forma, si se introducen los buenos semblantes, "matar" no es más un asesinato sino un acto legal. Los significantes, las palabras, los encuadres, el ritual, transforman la acción mortífera.Un gran escritor de la época de la Revolución Francesa, que quiero mucho, y que es realmente la fuente de la corriente antirrevolucionaria francesa que tuvo repercusiones en otros países, que fue el embajador elegido por el rey de la Cerdeña y por Luis XVI durante su exilio en Rusia, Joseph De Maistre, dice en su obra más leída hoy, Las noches de San Petersburgo –son dos o tres páginas, escritas en un estilo incandescente–, que para él la figura máxima de la civilización era el verdugo: el hombre que podía matar en nombre de la ley y de la humanidad. Ese era el personaje central en el conjunto de la civilización.En la época de las Luces, tan dulces, para Maistre la sangre humana tenía un valor esencial. La ley divina dice explícitamente que no se debe matar –lo dice San Juan– en oposición a la idea de que la sangre humana es necesaria para pacificar a los dioses irritados. Para Maistre el Dios cristiano mismo quiere la sangre, la necesita. En un pequeño texto que se llama Ensayos sobre los sacrificios demuestra que esta exigencia llega hasta la sangre de Cristo, necesaria para satisfacer el deseo de Dios. Así, interpretaba a Dios: Dios tenía un deseo y la sangre humana responde a ese deseo. Esto pasaba a la sociedad a través de la persona del verdugo.Se puede decir que la sociedad requiere la eliminación de cierta cantidad de seres humanos. Ya sea a través de una teorización o de otra, el conjunto social no se puede constituir sin la eliminación de seres humanos, el en-más de la población, ya sea a través de las guerras o en el orden interno. Esto continúa hasta en lo que hemos visto en el último siglo, ya sea la destrucción de clases sociales enteras o del genocidio de los judíos. Cuando el acto criminal produce un gran número muertos, sale del dominio del derecho y entra en el de la política. Cuando Harry Truman decide tirar la bomba atómica sobre Hiroshima no entra en el ámbito del libro ¿A quién mata el asesino?, es solamente "¿A quién mata la bomba atómica?". La respuesta es "A algunos miles de japoneses. Estamos en guerra con Japón, es preferible que mueran algunos japoneses que los americanos". Es un cálculo utilitarista. Estamos tranquilos porque no hay crueldad en esta decisión. No se encuentra allí el goce de la sangre humana sino más bien cierta frialdad.Ha aparecido como nuevo un "significante amo", según la invención de Lacan, que se impone a todos sin discusión: lo "útil" para el mayor número, como decía Bentham. Ahora se hace todo en nombre de lo útil, eso limpia el matar de toda crueldad, allí donde antes había un gozar del castigo. Las ejecuciones de delincuentes, de criminales, eran fiestas populares. La gente iba a verla y a gozar. Se entendía que la sociedad necesitaba sangre y gozaba de ella como en una fiesta. La ruptura se produjo con Beccaria y Voltaire, quienes concibieron un castigo en nombre de una Ley abstracta, de un Otro de la ley que ya no goza. En nuestra época, la tendencia es hacer del no matar un absoluto.En Argentina, así como en Francia y en otros países, se abolió la pena de muerte aunque todavía no en los Estados Unidos. La consecuencia es que el criminal, que era agalmático, encarnación del goce, o el delincuente, aparece como un desecho y se recupera como los desechos. En cierto modo –Lacan aludió a eso y este libro también– la evolución utilitarista no va sin cierto rebajamiento de la dignidad humana del criminal, no va sin la pretensión científica de objetivizar el crimen y el criminal destituyéndolo de su subjetividad. De alguna manera, este libro trata de recuperar, en nombre del psicoanálisis, la significación subjetiva del acto criminal. No es fácil porque usualmente el acto criminal no lleva al sujeto a pedir análisis, tanto menos a un serial killer.Lo insondable y lo insensatoEscuché en una supervisión el análisis de un futuro criminal –que se reveló después como tal– en el que aparecían algunos rasgos paranoicos, no demasiado fuertes. Algunos años después me enteré que este sujeto se volvió un criminal.En este libro hay unas páginas muy interesantes sobre una mujer criminal interrogada públicamente por Jorge Chamorro, el caso Hortensia. Durante la presentación de enfermos, que duró una hora y media, nuestro colega logró demostrar que se trataba de una psicosis mientras que el diagnóstico inicial era de histeria. No voy a retomar en detalle esta entrevista, sino subrayar que ella tenía la certidumbre delirante desde los seis años, el presentimiento seguro de lo que iba a ocurrir.Si ahora uno se pregunta qué sería un derecho inspirado por el psicoanálisis, por lo menos un derecho que no desconociera al psicoanálisis, se podría decir que sería un derecho que matizaría su creencia en la verdad. En Francia, cuando un testigo testimonia frente al tribunal debe jurar decir la verdad y solamente la verdad. Un derecho inspirado en el psicoanálisis tomaría en cuenta la distinción entre lo verdadero y lo real, que lo verdadero nunca logra a recubrir a lo real. La verdad es una función temporal y también de perspectiva. La verdad tiene agujeros. La verdad no es el reverso exacto de la mentira. El más verdadero de los estatutos de la verdad es la verdad mentirosa. Lo real mismo, cuando trata de decirse, miente.Así, este derecho, decía, tomaría en consideración que tanto el discurso del derecho como el discurso del psicoanálisis es una red de semblantes. El derecho tomaría en cuenta la relativización de la verdad y tendría consciencia de ser una construcción social. Creo que los agentes del derecho tienen ya autoconciencia de vivir una construcción social.Este derecho también tomaría en cuenta que el sujeto constituye una discontinuidad en la causalidad objetiva, que nunca se puede recomponer totalmente la causalidad objetiva de un acto subjetivo. Deberían saber hacer con la opacidad que resta, y que hay algo de insondable en una decisión subjetiva del delincuente y del criminal. Esa misma opacidad se encuentra en la decisión jurídica puesto que nunca es pura aplicación de los códigos jurídicos. La decisión jurídica tiene en su centro una decisión sin fundamento, ex-nihilo, algo de creacionismo y de insensato.¿Qué sería de los jueces inspirados por el psicoanálisis o que no desconocieran sus lecciones? Pienso en esa frase de Lacan en la que decía que los únicos verdaderos ateos están en el Vaticano. Creo que significa que cuando uno maneja la "máquina", no solamente no necesita creer, sino que puede y no debe creer. Para poder servirse correctamente de la palabra Dios hay que saber prescindir de creer en él. Quizás los jueces, los abogados y los profesores de derecho son quienes mejor saben que no hay justicia. El derecho no es la justicia. Sería muy peligroso que crean en la justicia, en ellos sería un delirio creer en la justicia. Lacan a veces se quejaba de que los analistas no creían en el inconsciente, por lo menos para reclutarse.A la justicia hay que dejarla divina, dejarla en las manos de Dios, para el momento del Juicio Final. Para nosotros, en la Tierra, basta el discurso del derecho.
http://www.eol.org.ar/virtualia/018/template.asp?dossier/miller.html

domingo, 6 de diciembre de 2009

Entrevista a Judith Miller



Pensamiento / Entrevista"El psicoanálisis ha aprendido"

Judith Miller, hija de Jacques Lacan, habla de los cambios que se produjeron en la clínica psicoanalítica durante los últimos años y de los desafíos que esta disciplina enfrenta para estar a la altura de las problemáticas actuales

lanacion.com ADN Cultura S?do 5 de diciembre de 2009


Por Verónica Rubens y Rojo
Para LA NACION - Buenos Aires, 2009


Judith Miller, hija de Jacques Lacan, se doctoró en Filosofía en la Sorbona en los años 70. No es psicoanalista pero su vida gira en torno al psicoanálisis. Está casada con Jacques-Alain Miller, presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, y desde 1981 preside la Fundación del Campo Freudiano, institución creada por su padre en 1979 para la difusión del psicoanálisis en el mundo.

Judith Miller estuvo la semana pasada en Buenos Aires con motivo del IV Encuentro Americano del Campo Freudiano; además, en la Facultad de Psicología de la UBA, dio la conferencia "Freud, Lacan y la Universidad", a la que asistieron 600 personas. En diálogo con adncultura contó que pasa mucho tiempo en su casa, trabajando en la computadora o contestando e-mails de colegas. Tiene cuatro nietos y disfruta mucho estar con ellos, hacer lo que ellos quieren, "pero con reservas -aclara- porque a veces tengo sorpresas". Los nietos le permiten salir de sus costumbres, la ponen en contacto directo con cuestiones de la época actual, como los nuevos modelos familiares, la instruyen en los usos de la tecnología. A su vez, ella intenta transmitirles algo de su experiencia, de su "sabiduría de abuela". Se define como una mujer "trabajadora" y se alegra de haber encontrado en cada etapa de su vida algo que hacer, en lo que se sintiera comprometida. "Tengo la suerte de no conocer el aburrimiento", dice. Durante Mayo del 68 era una de las profesoras más comprometidas en la universidad y no se avergüenza de eso. "Por supuesto tuve ilusiones, pero sin ilusiones es difícil vivir algunas veces", confiesa.

-¿Qué cambió en el psicoanálisis actual respecto del que había planteado Freud?

-El psicoanálisis ha aprendido de la historia del movimiento analítico que el inconsciente tiene recursos y que la gente cambia con el movimiento de la cultura. En los países donde el psicoanálisis existe desde hace un siglo no vemos las mismas histerias que vio Freud. La histérica es histórica [se ríe], es Lacan quien dice eso. El psicoanálisis hoy tiene que prever enfrentarse a una nueva clínica, y los analistas tratan de actualizar esta clínica todos los días. Si bien la experiencia y la reflexión sobre la clínica son valiosas, no existe la posibilidad para los analistas de considerar que ellos tienen todo el saber clínico: aprenden cada día, de cada caso. Eso es así desde la época de Freud. Él decía que cada caso, tiene que ser escuchado como el primero. Eso es parte de la formación propia de los analistas y lo decimos de una manera un poco socrática: "Hay que saber no saber". Pero para eso, cada analista tiene que tener mucho saber: principalmente a partir de su propio análisis y de su experiencia como practicante.

-Los detractores del psicoanálisis sostienen que lo que pudo haber sido una teoría innovadora en los albores del siglo XX ya está perimido. ¿En qué se ha renovado el psicoanálisis?

-Hay una clínica nueva con conceptos surgidos a partir de la experiencia de Lacan y la obra de Freud. En el marco del Campo Freudiano hay un estudio muy cuidadoso de lo que se llama "la última enseñanza de Lacan". Algunos de los nuevos síntomas encuentran su explicación en esa enseñanza, por ejemplo, lo que se llama "la nueva anorexia". Los analistas no son los únicos que están en contacto con estos nuevos síntomas. Hay leyes muy recientes en Francia dirigidas a impedir la publicidad que conduce a la anorexia, porque hay un empuje comercial que invita a no comer para tener la imagen de moda. No es que todas las mujeres sean sensibles a eso, pero la anorexia promovida por la publicidad es un ejemplo de algunos de los problemas que se presentan hoy en la clínica.

-¿Los analistas están de acuerdo con esas leyes?

-Los analistas no tienen que opinar sobre las leyes, lo que digo es que estos nuevos síntomas no conciernen sólo a los analistas. En primer lugar conciernen a los que tienen estos nuevos síntomas y que sufren hasta la muerte. Pero conciernen también al campo jurídico, al campo médico.

-En el imaginario social se presupone que un tratamiento con un psicoanalista dura muchísimos años y que necesariamente hay que hablar de la infancia...

-Hay que distinguir entre el análisis que forma a un profesional y el efecto terapéutico que puede tener un tratamiento psicoanalítico para alguien que consulta pidiendo alivio para su sufrimiento. La experiencia que forma a un analista demanda mucho tiempo. Eso no se puede, creo, reducir. Entiendo que la formación de una profesión imposible como la de psicoanalista [Freud hablaba de tres profesiones imposibles: gobernar, educar, psicoanalizar, N. de R.] toma el tiempo que sea necesario. En cambio, muchas veces una pequeña intervención analítica es suficiente para modificar muchas cosas en la vida de alguien.

-¿De qué modo se aplica el psicoanálisis a la terapéutica en la cultura contemporánea?

-Hay nuevas iniciativas por parte de los analistas lacanianos. En lo que llamamos Centros Psicoanalíticos de Consulta y Tratamiento (CPCT) se lleva a cabo un trabajo analítico, ya que el psicoanálisis es lo que hace un analista, más allá de la duración del tratamiento. Trabajan allí analistas muy bien formados, con un saber clínico para mí extraordinario y eso les permite ubicar en la consulta el punto a partir del cual alguien puede ponerse a trabajar para cambiar su sufrimiento. Hay CPCT en varios lugares del mundo: en Europa, en Brasil. Aquí en la Argentina, PAUSA (Psicoanálisis Aplicado a las Urgencias Subjetivas de la Actualidad) es un centro orientado a la comunidad con un modo de aplicar el psicoanálisis similar al de los CPCT. En París son más de tres mil las personas que han experimentado un cambio en su vida a partir de la consulta en el CPCT.

-¿Más de tres mil?

-No somos especialistas en cifras, pero creo que hay más de 1000 pedidos de tratamiento cada año. El estilo de trabajo que plantea el CPCT es corto en el tiempo, sin pago de dinero, gratuito... Aunque pienso que, en realidad, no es gratuito: hay un pago personal que se hace. No es fácil hablar de uno mismo a alguien que te escucha de una manera que te responsabiliza. Los que consultan tienen que pagar eso. A los adolescentes les parece muy importante saber que el tratamiento no dura mucho tiempo. El CPCT les propone una apuesta: vamos a trabajar 6 meses, no más, quizás menos, y vamos a ver qué logramos encontrar juntos. En la práctica con niños algunas veces la intervención del analista es mínima y produce efectos muy importantes. Eso hace que algunos padres digan "¡Es un milagro!", ya que han buscado un método para salvar al hijo de la emergencia de la tristeza o de la hiperactividad, han buscado muchas cosas para ayudarlo. Cuando por fin un niño encuentra un analista, no es un milagro pero es impactante. El analista puede explicar en cada caso de qué se trata ese milagro entre comillas. No hay milagro. El trabajo de los CPCT no es más que un ejemplo de iniciativa institucional. A mis ojos no hay que restringir el psicoanálisis aplicado a la última novedad de los lacanianos. Hay muchas instituciones creadas por colegas que son interesantes.

-En relación con esto, es importante recordar que en la Argentina hay tratamiento gratuito por psicoanalistas en los hospitales. Ahora bien, ¿y en los casos en que se hace necesaria la internación?

-Por supuesto, el psicoanálisis, con su preocupación por el caso por caso, debe también ser aplicado en instituciones donde el tratamiento toma mucho tiempo. La institución es un abrigo para los que no pueden sostener su vida afuera. Ahora hay pocas de lo que llamamos buenas instituciones, instituciones que alojen a la gente de tal manera que no sea destruida por los métodos institucionales. Esas instituciones sin duda piden la paz: no ser demasiado molestadas por los pacientes, evitar crisis, evitar... todo. Los remedios se pueden distribuir de una manera ciega, sin cuidar el caso singular de éste, ése y aquél otro. En ese caso, es el anonimato total. Me parece que pretender curar de una manera anónima es elegir un método que no se puede aceptar. Es verdad que los medicamentos permiten reducir el número de personas que viven en instituciones, pero también hay necesidad de acoger a una persona que sufre, que está muy mal, y así evitar pasajes al acto, suicidios y cosas así. A veces esto toma un tiempo muy corto, otras veces más largo.

-Tengo entendido que el psicoanálisis se está intentando poner a la altura de problemáticas sociales, como la violencia, la discriminación, la segregación.

-Los analistas, más que de violencia, hablan de agresividad. Estoy un poco implicada en esto. En Bulgaria por ejemplo, donde como en todos los países hay violencia, una violencia fuerte, hemos explicado por qué no vamos a hablar de violencia sino de agresividad por parte de los jóvenes. Hay que tomar en cuenta la edad, el momento de cada uno, y ubicar esta manera de expresarse sin palabras, pero con actos. Esto justifica más hablar de agresividad que de violencia.

-¿Qué tiene la violencia que no tenga la agresividad?

-La violencia masifica el abordaje del problema de la juventud. Pienso que es más difícil decir que la agresividad es algo colectivo. La agresividad es un concepto analítico; la violencia, no. Digo eso porque los trabajadores sociales de las instituciones donde hemos tenido que hablar de la violencia rechazando el término han entendido muy bien por qué. Es importante para la práctica de ellos, porque el concepto de agresividad implica el reconocimiento de una vida subjetiva, y no únicamente un movimiento anónimo que molesta a la sociedad. Eso permite tomar en cuenta la singularidad de los actos de cada uno.

-¿Y qué piensan los psicoanalistas de la agresividad que se da hoy en los adolescentes?

-No soy analista, pero creo que hoy, por diversas razones, falta a los adolescentes lo que llamamos la "deuda simbólica". La respuesta de los adolescentes es ponerse en una situación donde se marca esa falta. ¿Por qué la ausencia de deuda simbólica? Porque hay una declinación del Nombre del Padre y eso produce efectos. No vamos a cultivar la nostalgia del padre anterior, el padre es el padre de hoy.

-Quizás, lo que se manifiesta en la sociedad como la caída de los ideales y de las instituciones es lo que los analistas llaman la declinación del Nombre del Padre. [El Nombre del Padre es lo que permite incorporar el valor de la figura paterna y de la ley, y a la vez, posibilita y regula el lazo con los otros N. de R.]. ¿Cómo puede orientarse el psicoanálisis en un momento de crisis de referentes?

-No vamos a restituir los ideales de una sociedad que justamente los rechaza. El trabajo de los analistas no es retornar a un pasado que está pasado.

-¿De qué modo el psicoanálisis alivia el sufrimiento de la gente en la época actual?

-Las iniciativas que las escuelas de psicoanálisis han tomado son maneras de responder a la búsqueda de hoy. Son respuestas diversas: institucionales, en la práctica privada y también hacia el público, para decir que los remedios pasan por una prudencia en relación con las propuestas de la sociedad de consumo. El psicoanálisis es un espacio que no lucha contra la sociedad de consumo, pero que tiene los medios para curar a los que sufren demasiado a causa de esta sociedad, donde la segregación es evidente: la riqueza mundial pertenece a menos de un uno por ciento de la población. En Brasil, hay analistas que han empezado a trabajar en las favelas. No hay remedio que esté en una receta. En cada lugar es diferente. Porque un grupito de jóvenes se dirige a un grupo de analistas por tal o cual razón, en tal o cual momento, podemos ayudar un poco a que puedan responder a lo que les pasa de una manera que no sea agresiva. Hay recursos, cada uno tiene recursos, quizás hay que poner de relieve precisamente recursos distintos a los que son mortíferos para ellos mismos y los otros.

-En lo social muchas veces hay un efecto sobre lo subjetivo, sobre cada sujeto, la sensación de ser un residuo, una parte prescindible, un desecho. Por ejemplo, en la precariedad laboral: hoy tengo este trabajo, mañana me descartan, no sé qué va a ser de mí...

-La experiencia de las favelas, en la que participé dos días el año pasado, me dio la posibilidad de conocer a un joven que hablaba de su vida allí. Él dijo: "Estoy como una rata en un laberinto, en mi propia ciudad". Y a mí me llegó mucho, me tocó mucho. Porque cada uno de nosotros está como una rata en el laberinto. ¿Quién puede decir: "Tendré trabajo mañana"? Casi nadie. La precariedad es una amenaza general, es la ley del mercado. Estamos tomados todos, cada uno a su manera, por esta ley que no es el Nombre del Padre sino la ley del objeto de consumo, una ley caprichosa, que ignora completamente al ser humano, que privilegia la economía y, necesariamente, produce esa sensación de ser un residuo humano. Pero la ley, ¿qué es en ese caso? No hay ciencia económica, hay que decirlo, nada está previsto por los economistas, ellos encuentran situaciones sin poder preverlas. La ciencia prevé las cosas, la económica no es una ciencia exacta y el modelo económico funciona sin ley. Pienso que verdaderamente la desubicación que implica la precariedad toca a todos.

-Hoy en día, hay propuestas de organizaciones no gubernamentales y del Estado que, para crear redes con poblaciones en riesgo, con chicos y adolescentes de sectores marginados, apuestan a incentivar la creatividad, el desarrollo de un proyecto artístico: musical, de danza, de fotografía. ¿Sería ésa una orientación posible para la sociedad en general?

-No es la tarea del psicoanálisis el dar recetas... El psicoanálisis permite, a aquellos que tienen la suerte de encontrar un psicoanalista, una manera de encontrar lo que un colega de España ha llamado "un plus de vida", otra manera de vivir, con sus dificultades, por supuesto. No vamos a proponer tampoco sublimaciones diversas, la creatividad de cada uno, como salida. Pienso que la posibilidad de encontrar algunos puntos de referencia permite a cada uno ubicarse de una manera tal que el goce mortífero esté un poco más acotado.

© LA NACION

viernes, 13 de noviembre de 2009

"Desnaturalizar la violencia, revalorizar la palabra"

Por Griselda García

La palabra violencia deriva del latín violentia, donde vis significa "fuerza, poder". Es una fuerza destinada a sojuzgar a otros para el beneficio y la satisfacción del deseo de uno. Amenaza la existencia del otro y apunta a lograr que éste ceda y se adapte a uno. La violencia comienza al ignorar la voluntad del otro y “pasarlo por encima”. A veces, hay que prestar atención a los dichos populares y frases hechas por que guardan verdades de amplio alcance. ¿Qué significa “pasarle por encima” a alguien? Nada menos que aplastarlo, pisarlo… ¿qué más violento que eso?Desde la óptica de él/la violento/a, el otro es un instrumento para usar. A partir de aquí utilizaré el genérico en masculino (“violento”), sólo a efectos de simplificar el lenguaje, pero remarcando que incluye a las mujeres. Vale la aclaración, ya que en esta temática a menudo se escuchan hombres pidiendo que se haga foco en las mujeres violentas, un fenómeno creciente al que me referiré en otra oportunidad. Por lo general el agresor reproduce el maltrato sufrido invirtiendo los roles: si lo maltrataron, a su vez maltratará. Los insultos y descalificaciones escalan con lentitud hasta tomar proporciones difíciles de mensurar que resultan devastadoras para la víctima. Uno de los mayores riesgos consiste en naturalizar el hecho, ya que eso impide cambiarlo. Paradoja de la tortura: la víctima se acostumbra al látigo. La inmoralidad cotidiana produce un acostumbramiento al abandono, el maltrato y la inseguridad, como un barro del que es difícil salir. Al interiorizar las relaciones de poder, éstas se convierten en evidentes e incuestionables, incluso para los sometidos. Esa violencia simbólica se construye socialmente y marca los límites dentro de los cuales está permitido pensar. Como advierte Bourdieu (1999) la violencia simbólica no es menos importante, real y efectiva que una violencia activa ya que no se trata de una violencia “espiritual” sino que también posee efectos reales sobre la persona. En el entorno familiar es como si el violento “se descargara” con su pareja y/o hijos. ¿De qué se descarga? ¿Qué es lo que lo carga?: la frustración ante una situación económica caótica, las necesidades básicas insatisfechas, una sociedad que expulsa al “pobre” y lo marginaliza, la explotación laboral, la desocupación, la falta de atención médica adecuada y un amplio y doloroso etcétera. Los niños ven que no es el esfuerzo de sus padres lo que garantizará el progreso de la familia sino el azar. Según Silvia Bleichmar esta es la imagen con la que se describe a los campos de concentración. ¿Quién sobrevive? Los que se esfuerzan y los que tienen suerte. Esta situación genera profundas huellas psíquicas en el individuo. No es difícil imaginar cómo será el futuro de un niño que creció en este entorno. Al decir de Fernando Ulloa serán la cárcel, el hospital o el cementerio las salidas posibles de los menores. Ellos asisten, además, a toda una sociedad que pide la “baja de la edad de imputabilidad”, culpabilizándolos por algo de lo que ellos son sólo un emergente. Más seguridad, es el reclamo de la mayoría, más policías en las calles. Me recorre un escalofrío de miedo cada vez que lo escucho. Citando a Baumann, promover la seguridad siempre exige el sacrificio de la libertad; en tanto que la libertad sólo puede ampliarse a expensas de la seguridad. Una vez más, será el equilibrio entre ambas instancias lo que provea la clave. De estos temas –arduos y tratados una y otra vez en los medios- es de lo que “se cargan” quienes luego se descargarán mediante actos violentos. ¿Y dónde quedaron las palabras? No es novedad que el lenguaje sufre un empobrecimiento en todas las áreas en que se lo usa, pero qué gran problema tenemos como sociedad si comenzamos a prescindir de ellas para comunicarnos y debemos recurrir a los golpes. Si la violencia es grande es porque hubo una desesperación equivalente soportada a lo largo del tiempo. Al no haber un otro que con su mirada sostenga el dolor y el sufrimiento, éstos toman la forma de acciones violentas dirigidas al Estado y a la justicia que, en lugar de asumir su responsabilidad, aplican la ley fogoneados por una sociedad que también prefiere ver la falta afuera y, en lo posible, lejos: otra vez, la cárcel, el hospital o el cementerio.En lugar de castigo al “culpable” sería deseable crear un plan de prevención a través de redes que contengan al menor y le provean formas de insertarse en el mundo laboral. ¿Suena utópico? Tal vez lo sea, pero vale la pena seguir intentando instalar el tema desde una perspectiva más humanitaria.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ideas y Obras de Lévi-Strauss

¿Qué queda del estructuralismo?
Fue sin duda la corriente de pensamiento de mayor peso en el siglo XX. Después de la experiencia de Claude Lévi-Strauss con las tribus amazónicas, en los 30, plasmada en Tristes trópicos, se expandió desde la antropología a la filosofía, la crítica literaria, la filosofía, la psiquiatría, en busca del funcionamiento de la cultura toda. Cuestionado luego, es imposible no seguir debatiéndolo. Opinan José Pablo Feinmann y Eliseo Verón.
Por: Marcelo Pisarro
EL ESTRUCTURALISMO invadió todas las disciplinas y el fin de siglo lo puso en tela de juicio en un debate que no cesa.
Suponiendo que Claude Lévi-Strauss no hubiese hecho otra cosa que escribir Tristes trópicos , su libro de 1955, su obra seguiría estando a mil años luz que la de cualquier otro antropólogo. Y Tristes trópicos ni siquiera es un libro de antropología en sentido estricto. En todo lo que ese libro exige, en todo lo que ese libro sabe que no obtendrá, se encuentra la espina que el estructuralismo –como método científico, corriente de pensamiento, como afirmación política y posibilidad estética– dejó clavada en el corazón del siglo XX: no la duda sobre si el saber occidental será capaz de responder las preguntas acerca de la naturaleza humana, sino la sospecha de que probablemente no valga la pena. Tristes trópicos es el relato de un antropólogo que, a mediados de la década de 1930, deja su acomodada vida académica en Francia y llega a la selva amazónica en busca de su objeto de estudio soñado: "Una sociedad humana reducida a su expresión básica". Va detrás del gran premio, el equivalente del arqueólogo que gana la carrera por ser el primero en abrir la tumba de un gran faraón: el momento en que una sociedad que se creía completa, cerrada y autosuficiente, descubre que no es nada de todo eso. Lo que Lévi-Strauss encuentra, en cambio, es el producto del colonialismo, la transformación de los antiguos salvajes en aguas residuales del progreso industrial europeo. Encuentra basura, pobreza, excremento, barro. "La mugre, nuestra mugre que hemos arrojado al rostro de la humanidad". El antropólogo no se resigna. Penetra más y más en la selva. Quiere localizar, dice, esa sociedad que todavía no fue contaminada por la civilización europea. Por la mugre. Finalmente, cerca de la frontera con Bolivia, se topa con los tupi-kawahib: salvajes, impolutos, el sueño de Rousseau y de Durkheim. Sin embargo, por más que lo intenta, no consigue comunicarse con ellos. No se entienden. No hablan la misma lengua. "Estaban realmente dispuestos a enseñarme sus costumbres y creencias, pero yo nada sabía de su lengua. Estaban tan cerca de mí como una imagen vista en un espejo. Los podía tocar pero no podía entenderlos. Allí tuve mi recompensa y al mismo tiempo mi castigo, pues, ¿no consistía mi error, y el de mi profesión, en creer que los hombres no son siempre hombres? ¿En pensar que algunos merecen más nuestro interés y atención porque en sus maneras hay algo que nos asombra?". Lévi-Strauss regresa a Francia. Ahora lo sabe: la condición para volver inteligible a ese otro lejano y exótico es que la mugre ya lo haya manchado. El precio que se paga por conocer es deambular entre ruinas: los primitivos, los salvajes, son también parte del fango de la modernidad. El antropólogo no se resigna tampoco ahora. Hay otra opción. En lugar de merodear en tribus lejanas, de regodearse en su extrañeza, de lamentarse al ver en qué los hemos convertido, es posible construir un modelo teórico de sociedad que abarque a ésa y a todas las sociedades primitivas. El espíritu humano es el mismo en todos lados. Lo que prima es el intento de llevar orden al caos, de ordenar un universo desordenado. Hay un todo establecido, coherente. Un número limitado de estructuras que se repiten una y otra vez. Un sistema. Valiéndose de la matemática, la lingüística, la cibernética, las ciencias del signo, es posible reconstruir esas estructuras, bosquejar una suerte de tabla periódica con los elementos que conforman esas sociedades. Los mitos, las leyendas, los dialectos, los bailes, los tatuajes, son accidentes, contingencias. Lo que importa es la estructura, lo que subyace: el estudio del pensamiento humano a través de una ciencia formalista, taxonómica, universal, abstracta. A mediados del siglo XX, con los hornos de Auschwitz todavía calientes y las luchas por la descolonización estallando alrededor del mundo, el estructuralismo se propuso la empresa más grandiosa jamás imaginada: comprender cómo funciona la mente humana. Y Lévi-Strauss hizo escuela. La contradicción que el estructuralismo guarda en su seno, la contradicción que enterró en el corazón del siglo XX, radica en que el mayor intento colectivo por convertir a las ciencias humanas en una gran ciencia positiva universal es producto de la búsqueda de redención personal de un solo hombre. Y para lograrlo, explicó décadas después el antropólogo Clifford Geertz, este hombre creó una máquina infernal de la cultura, que aniquilaba la historia y lo engullía todo a su paso. Lévi-Strauss logró construir un modelo teórico, político, estético, que satisfacía su búsqueda personal: entender a los hombres sin conocerlos, conseguir una aproximación intelectual y mantener la distancia física. "Odio los viajes y a los exploradores", así empezaba Tristes trópicos . Bastó esa línea, y Lévi-Strauss ya estaba a mil años luz. El advenimiento del estructuralismo, escribió Geertz, fue ante todo un logro retórico: el discurso que Lévi-Strauss inventó para los hechos curiosos que describía o para sus curiosas explicaciones de estos hechos curiosos. "Lo que consiguió cambiar la mentalidad de la época, como ninguno de esos elementos lo hubiera logrado antes, fue la sensación de que había aparecido un nuevo lenguaje en el que todo, desde la moda femenina, como en El sistema de la moda de Roland Barthes, hasta la neurología, como The quest for mind de Howard Gardner, podía discutirse y analizarse de una manera útil. Fue toda una serie de términos (signo, código, transformación, oposición, intercambio, comunicación, metáfora, metonimia, mito... estructura), tomados en préstamo y reelaborados tanto a partir del léxico de la ciencia como del arte, los que sirvieron para definir la empresa de Lévi-Strauss, más allá del limitado interés que muchos pudieran tener en el sistema de secciones australiano o la configuración de las aldeas bororo". A mediados de siglo, el lenguaje, o el método, o las hipótesis, o el modelo, o lo que fuese que ese antropólogo francés estuviese diciendo en nombre del estructuralismo, se extendió hacia otras disciplinas. Pocos, muy pocos, se definieron como "estructuralistas", pero de pronto en lingüística, psiquiatría, historia, política, sociología, semiología, matemática, filosofía, literatura, biología, y más, el estructuralismo permitía decir cosas que hasta ese momento no habían sido dichas: permitía, parafraseando una definición ya clásica de Lévi-Strauss, generar buenas categorías para pensar. Y sin embargo nadie sabe con certeza qué es, o qué fue, el estructuralismo. En general las definiciones, más allá de algunos lugares comunes (su antihumanismo, su objetivismo, sus oposiciones dicotómicas binarias que lo explican todo: alto-bajo, derecha-izquierda, crudo-cocido, significado-significante), parecen chocarse entre sí y no arribar a ningún puerto. "Digámoslo francamente –escribió el filósofo François Wahl en 1968, en la introducción de un libro de Dan Sperber llamado ¿ Qué es el estructuralismo? –. Cuando se nos pregunta acerca del estructuralismo, no comprendemos la mayoría de las veces acerca de qué se nos quiere hablar". El estructuralismo no nació con Lévi-Strauss. Su fundación, simbólica, se remonta a 1916, cuando se publicó la obra póstuma de Ferdinand de Saussure, el Curso de lingüística general . Pero en el trayecto que va desde el Curso de lingüística general hasta la edición de los cuatro tomos de las Mitológicas de Lévi-Strauss (entre 1964 y 1971), el estructuralismo pareció haber mutado como en esas películas de la RKO en las que una pequeña lagartija se metía donde no debía, recibía algún tipo de radiación y se convertía en un monstruo gigante y deforme que pisoteaba todo lo que encontraba a su paso. El estructuralismo, para entonces, era Godzilla. Bajo la etiqueta de estructuralismo podía ponerse casi todo, pues casi todo parecía haber sido tocado por el estructuralismo. Sea para abrazarlo, rechazarlo, ignorarlo, adecuarlo, criticarlo, superarlo o revisitarlo, el estructuralismo parece ser la corriente de pensamiento endémica del siglo XX. Emerge con diferentes rostros en diferentes lugares, y cuando parece erradicado vuelve a florecer en una nueva cepa. Lo que sigue es tan obvio que produce sarpullido, pero para que exista, por ejemplo, un posestructuralismo (para que pueda fijarse como corriente intelectual o como estilo de época que atraviesa objetos culturales de diferentes géneros, para que pueda establecer sus límites, deudas, rupturas y continuidades) debe existir un estructuralismo: debe continuar siendo aquello con lo que se dialoga. De una manera u otra, agrade más o menos la conversación, el estructuralismo sigue siendo un interlocutor inevitable. En 1987, en L a derrota del pensamiento , Alain Finkielkraut relataba cómo había sucedido todo eso, cómo el estructuralismo se había adueñado de la vida académica y política de posguerra, cómo Lévi-Strauss se había convertido en –vaya– un héroe. Veinte años más tarde todavía sigue siendo una historia válida, una historia que puede pasar por cierta. El comienzo de la historia que Finkielkraut estaba contando podía situarse en noviembre de 1945, cuando se realizó el acto constitutivo de la UNESCO: un nuevo intento por llevar la luz de la razón a la oscuridad que todavía crepitaba en los hornos de Belsen. Sacar a la Humanidad de las tinieblas; impedir que el fanatismo, el totalitarismo y la ignorancia volvieran a idiotizar al Hombre... Momento, momento. ¿Qué hombre? ¿El hombre del existencialismo sartreano, que por entonces seducía a propios y extraños? ¿El hombre del iluminismo? ¿Qué hombre? En 1951 Lévi-Strauss presentó un trabajo escrito por encargo de la UNESCO: Raza e historia . Una parte del texto apuntaba hacia el lugar esperado: el concepto de "raza". Las diferencias entre grupos humanos, escribió, obedecen "a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas, no a aptitudes vinculadas a la constitución anatómica o fisiológica de los negros, de los amarillos o de los blancos". Todos de acuerdo, aplausos. Pero cuidado, agregó Lévi-Strauss, y cuando Finkielkraut lo relataba, treinta y cinco años más tarde, uno podía percibir la emoción en su voz: no basta con quitarse de encima la predestinación biológica, también hay que rechazar la jerarquización de las diferencias culturales. La época de la que intentaba salirse, creía Lévi-Strauss, estaba marcada tanto por el totalitarismo como por el colonialismo: la mugre, nuestra mugre. Los filósofos iluministas, en el siglo XVIII, habían caído en la trampa. Hablaron en nombre de la Humanidad parados en el que suponían último estadio de desarrollo moral, tecnológico, científico, el final de una única línea de progreso humano. Casi dos siglos después, los fundadores de la UNESCO se aprestaban a hacer lo mismo. "En el momento en que la UNESCO se propone abordar un nuevo capítulo de la historia humana –escribió Finkielkraut–, Lévi-Strauss recuerda, en nombre de su disciplina, que la era de la que se trata de salir está tan marcada por la guerra como por la colonización, tanto por la afirmación nazi de una jerarquía natural entre los seres como por la soberbia de Occidente, tanto por el delirio biológico como por la megalomanía del progreso". La crítica de la superioridad racial debe combinarse con la crítica de la superioridad cultural. No hay una sola civilización, propone Lévi-Strauss; hay culturas, muchas, en plural. "Lévi-Strauss se apropia de la solemne ambición de los fundadores de la UNESCO –iluminar a la humanidad para conjurar los peligros de la regresión a la barbarie–, pero la dirige contra la filosofía a la que éstos rinden pleitesía", seguía Finkielkraut. "El objetivo sigue siendo el mismo: destruir el prejuicio, pero, para conseguirlo, ya no se trata de abrir a los demás a la razón, sino de abrirse uno mismo a la razón de los demás". Se esparció como una mancha de brea. Imitando el ejemplo de la antropología estructuralista, las ciencias humanas comenzaron una cacería del etnocentrismo, una denuncia de todas las formas en que –en nombre de un humanismo universalista, vago, metafísico– Occidente hacía prevalecer su dominio pasado y presente. Los historiadores rompieron la línea del tiempo, trastocaron su continuidad; los sociólogos combinaron el marxismo con la etnología estructuralista: en todas las sociedades hay división de clases (decían con Marx), y en cada clase hay un universo simbólico distinto y equivalente (decían con Lévi-Strauss). Los lingüistas encontraron las mismas estructuras narrativas en las "grandes novelas" y en los "cuentos populares"; todas las teorías de la descolonización usaron el mismo sonsonete: ni las sociedades ni las personas crean de manera absoluta, sólo se limitan a elegir determinadas combinaciones; no hay dos culturas que sean iguales, pero todas parten de la misma actividad combinatoria y no pueden ser jerarquizadas. La bola de nieve no se detuvo. Noam Chomsky, Roland Barthes, Jacques Derrida, Jacques Lacan, Umberto Eco, Jean Piaget, Thomas Kuhn, Michel Foucault, Louis Althusser o Julia Kristeva, por nombrar poco y atropellado, llevaron el estructuralismo a sus respectivas disciplinas. Godzilla, sí. Parecía imparable, y pronto llegó el ejército a hacerle frente, con los tanques de guerra y todo. Pero ya había comentado Nietzsche qué pasa cuando uno combate contra monstruos. No es que el estructuralismo, o Lévi-Strauss, hayan estado exentos de críticas. Al contrario. Muchos filósofos acusaron al estructuralismo de ser demasiado cientificista y muchos científicos lo acusaron de ser demasiado filosófico. Se dijo que Lévi-Strauss era un mago: que encontraba estructuras por todos lados, que las sacaba de su galera mágica junto con conejos y ramos de flores. Se le imputó plantear preguntas y no responderlas; mezclar azarosamente cualquier cosa que se le cruzara; no hacer suficiente trabajo de campo; hacer demasiado trabajo de campo; usar demasiada información; usar muy poca información; usar información desactualizada; ser demasiado positivista; ser demasiado poético; ignorar la historia; ignorar a los individuos; ser demasiado determinista; tomar un montón de temas complicados y volverlos imposibles. Las versiones más "duras" del estructuralismo se han vuelto obsoletas, o al menos no gozan del acuerdo que gozaron hasta fines de la década de 1960. Gran parte de sus hipótesis (o métodos, o discursos, o... lo que sea) fueron retomadas por las corrientes posestructuralistas, posmodernas, deconstructivistas, constructivistas, etc. Otras fueron descartadas, y muchas otras se volvieron parte de agendas políticas y sociales, parte del sentido común, de la embrutecida cotidianeidad de los hechos de todos los días. "En disciplinas como la nuestra –escribió Lévi-Strauss en la Obertura de Mitológicas . Lo crudo y lo cocido –, el saber científico avanza a paso inseguro, bajo el látigo de la contención y la duda. Deja a la metafísica la impaciencia del todo o nada. Para validar nuestra empresa no es preciso a nuestros ojos que esté asegurada de disfrutar, durante años y hasta en sus menores detalles, de una presunción de verdad. Basta que se le reconozca el modesto mérito de haber dejado un problema difícil en estado menos malo que como se lo encontró". Suponiendo que Claude Lévi-Strauss no hubiese hecho otra cosa que escribir Tristes trópicos , su libro de 1955, su obra seguiría estando a mil años luz que la de cualquier otro antropólogo. Si la historia que estuvimos contando es correcta, si el estructuralismo comenzó con el intento de un solo hombre por expiar las culpas por lo que Occidente había hecho con las sociedades no occidentales, y terminó en el mayor intento colectivo por entender cómo funciona la mente humana, ni una exigencia ni la otra fueron satisfechas. Ese es el secreto que encierra Tristes trópicos : que el precio por conocer es la destrucción de aquello que busca conocerse. "Nunca más, en ninguna parte, volveré a sentirme en casa", se lee allí, sólo para pasar un par de páginas y encontrarse con una cita de Pascal: "Nada nos puede consolar, cuando lo pensamos detenidamente". En todo lo que ese libro exige y en lo que sabe que no obtendrá, se encuentra la espina que el estructuralismo dejó clavada en el corazón del siglo XX: "¿Para qué sirve actuar, si el pensamiento que guía la acción conduce al descubrimiento de la ausencia de sentido?". Es lo que Lévi-Strauss, hace setenta años, intuyó que no sería capaz de responder.

Estructuralismo Básico
El estructuralismo fue el paradigma académico predominante en las ciencias humanas y sociales durante buena parte del siglo XX, y también una moda cultural que en la posguerra desplazó a otras modas culturales (el existencialismo, por ejemplo). Si el estructuralismo, como corriente de pensamiento, comienza con el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure (1916), es con los trabajos de Claude Lévi-Strauss que adquiere el status de "movimiento". Positivista, formalista y antihumanista, analiza cada fenómeno como un sistema complejo de partes interrelacionadas. Sus hipótesis fueron adaptadas en disciplinas como antropología, lingüística, historia, filosofía, sociología, psicología, matemática, arquitectura, etc. En las décadas de 1970 y 1980, sus premisas positivistas cedieron ante modelos más interpretativos y abiertos. Más que desaparecer, el estructuralismo se disolvió en corrientes como el posestructuralismo, deconstructivismo o diversas corrientes marxistas.

Biografía Lévi-Strauss

1908. Nace Claude Lévi-Strauss.
1913. Muere Ferdinand de Saussure.
1916. Se publica el Curso de lingüística general, que lleva la firma simbólica de Saussure, aunque fue armado por dos de sus alumnos (Charles Bally y Albert Sechehaye) en Ginebra, con retazos de manuscritos, apuntes de clase, anotaciones varias. A partir de ese momento, y durante al menos medio siglo, la lingüística será estructuralista.
1926. Se establece la Escuela de Praga, círculo de lingüistas estructuralistas entre cuyos miembros sobresalen Roman Jakobson, Nikolai Trubetzkoy, Sergei Karcevskiy, Vilém Mathesius, René Wellek y Jan Mukarovský. El grupo se desbanda en 1939. Deudos: Alf Sommerfelt, Emile Benveniste, Tzvetan Todorov, Claude Lévi-Strauss.
1931. Se establece la Escuela de Copenhague, fundada por Louis Hjelmslev y Viggo Brøndal
1933. Se publica Lenguaje de Leonard Bloomfield y define la impronta de la escuela lingüística estructuralista norteamericana de las décadas de 1940 y 1950: principios conductistas para el estudio del sentido y riguroso método científico de análisis lingüístico. Deudos: Charles F. Hockett, Zellig Harris.
1935. Lévi-Strauss viaja al Brasil, donde enseñará e investigará hasta 1939. La experiencia dará forma a Tristes trópicos.
1941. Se publica Lenguaje infantil, afasia y leyes fonéticas generales de Roman Jakobson. La elección es arbitraria; su obra es enorme, dispersa, no sistematizada. Durante la guerra, exiliado en Nueva York, formó parte de la École libre des hautes études, junto a Jean Wahl, Jacques Maritain y Lévi-Strauss, a quien influyó considerablemente.
1943. Se publica Prolegómenos a una teoría del lenguaje de Louis Hjelmslev. Deudos: Gilles Deleuze, Felix Guattari, Jacques Derrida. 1949. Se publica Las estructuras elementales del parentesco de Lévi-Strauss. Libro capital
de la antropología estructuralista, Lévi-Strauss combina la idea de pares opuestos (de Saussure, Jakobson, Escuela de Praga, etc.) con los trabajos de Emile Durkheim y Marcel Mauss, y la aplica al estudio de sociedades primitivas. Deudos: Edmund Leach, Jacques Lacan, Marshall Sahlins, Algirdas Julien Greimas, Marcel Detienne, Roland Barthes, Gérard Genette, y un gran etcétera. 1955. Se publica Tristes trópicos y Lévi-Strauss se convierte en una celebridad. Décadas después, el antropólogo Clifford Geertz escribió: "Es un libro que, si bien dista mucho de ser un gran libro de antropología, o siquiera un libro especialmente bueno de antropología, es seguramente uno de los libros más bellos escritos por un antropólogo".
1957. Se publica Estructuras sintácticas de Noam Chomsky. La gramática generativa señala el ocaso de las teorías bloomfieldianas. Chomsky sostiene que el análisis estructural puede ser válido para el estudio de la fonología y la morfología, pero no de la semántica.
1957. Se publica Mitologías de Roland Barthes. Aplicando el análisis del signo saussureano al proceso de creación de mitos, se considera una pieza clave para la emergencia de los "estudios culturales".
1958. Se publica Antropología estructural de Lévi-Strauss.
1962. Se publica El pensamiento salvaje de Lévi-Strauss, su obra teórica capital. Imprescindible, todavía hoy.
1964. Jacques Lacan ofrece un seminario sobre "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" en École Pratique des Hautes Etudes, gracias al apoyo de Lévi-Strauss y Louis Althusser. Lacan revisitará los conceptos freudianos, los "corregirá", incorporando los trabajos de Lévi-Strauss, Saussure y Barthes.
1964. Se publica el primero de los cuatro tomos de Mitologías de Lévi-Strauss. Los tomos restantes aparecerán en 1966, 1968 y 1971. Es una suerte de versión extendida y altamente detallada de la tesis de El pensamiento salvaje.
1965. Se publica Leyendo el capital de Louis Althusser, buen ejemplo de estructuralismo marxista. Deudos: Alain Badiou, Étienne Balibar, Jacques Ranciere, Pierre Macherey, Nicos Poulantzas, Jacques-Alain Miller.
1966. Se publica Problemas de lingüística general 1 de Benveniste. Se lo ha señalado como el último gran libro estructuralista.
1966. Se publica Racionalidad e irracionalidad de la economía de Maurice Godelier, asistente de Lévi-Strauss, efectivo cruce de antropología estructural, marxismo y economía. También se publica Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas de Michel Foucault, el "más estructuralista" de sus libros, quien luego será asociado al posestructuralismo y posmodernismo (etiquetas de las que renegará).
1967. Se publica La muerte del autor, ensayo de Barthes señalado como el punto de quiebre entre estructuralismo y posestructuralismo. Deudos: Jacques Derrida, Paul de Man, Geoffrey Hartman. Se publica Sobre la gramatología de Derrida, donde discute con Lévi-Strauss, Saussure, Hjelmslev, Jakobson y otros. Se lo señala como el texto fundacional de la deconstrucción. Deudos: Richard Rorty, Paul Ricoeur, Jean-Luc Nancy. Críticos: Michel Foucault, John Searle, Willard Van Orman Quine, Jurgen Habermas.
1968. Se publica El estructuralismo de Jean Piaget. "El estructuralismo es un método, no una doctrina", escribe Piaget, desde la psicología, luego desde el constructivismo. "No existe estructura sin construcción, abstracta o genética".
1969. Se funda la International Association for Semiotic Studies, presidida por Benveniste. Sus miembros parecen componer un "quién-es-quién" de las diferentes caras del estructuralismo: Jakobson, Julia Kristeva, Algirdas Julien Greimas, André Martinet, Juri Lotman, Roland Barthes, Umberto Eco, Cesare Segre, Thomas A. Sebeok.
1973. Lévi-Strauss ingresa a la Académie Française. Es el más alto honor que puede recibir un intelectual francés.
2008. Lévi-Strauss cumple 100 años el 28 de noviembre; el presidente Nicolas Sarkozy lo visita en su casa ("con el fin de transmitirle el homenaje de toda la nación"), se editan libros y se lo celebra en todo el mundo.
2009. Muere a los pocos días de cumplir 101 años.

Claude Lévi - Strauss






Claude Lévi-Strauss, uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX, destacado antropólogo y padre del enfoque estructuralista de las ciencias sociales, falleció en París el sábado 31 de Octubre a los 100 años, según confirmó la Academia Francesa.

Nacido en Bruselas en 1908, sentó las bases de la antropología moderna e influyó en generaciones de investigadores al cambiar su percepción del mundo.

Su autobiografía intelectual "Tristes trópicos", publicada en 1955, ha sido considerada como uno de los grandes libros del siglo XX.

Profesor en el prestigioso Colegio de Francia entre 1959 y 1982, Claude Lévi-Strauss fue el primer antropólogo elegido en la Academia Francesa en mayo de 1973.

Cien años. Lévi-Strauss, que habría cumplido 101 años el próximo 28 de noviembre, influyó de manera decisiva en la filosofía, la sociología, la historia y la teoría de la literatura.

Dada su avanzada edad, el año pasado no participó personalmente en los actos conmemorativos de su centenario. Pese a todo, responsables del museo Quai Branly, donde hay un auditorio con su nombre, indicaron entonces que el intelectual se mantenía lúcido y en buen estado de salud.

Trabajó como profesor en la universidad brasileña de San Pablo y en la New School for Social Research de Nueva York, antes de ejercer como director asociado del Museo del Hombre de París y de enseñar en el Colegio de Francia, hasta su jubilación en 1982.

Su traslado a Brasil tuvo lugar en 1935 donde, a poco de instalarse, se puso en contacto con las poblaciones aborígenes y organizó misiones etnográficas en Mato Grosso y en Amazonia.



De regreso a Francia, fue reclutado en 1939 pero al año siguiente fue dado de baja a raíz de su origen judío. Se refugió entonces en Nueva York donde, tras la guerra, en 1946, fue nombrado consejero cultural de la embajada de Francia.

A partir de 1950 ocupó la cátedra de religiones comparadas de los pueblos sin escritura de la Escuela de Altos Estudios de París y, en 1959, la de antropología social del Colegio de Francia. Fue el primer etnólogo elegido miembro de la Academia Francesa, en 1973.

Hijo intelectual de Émile Durkheim y de Marcel Mauss, e interesado por la obra de Karl Marx, por el psicoanálisis de Sigmund Freud, la lingüística de Ferdinand de Saussure y Roman Jakobson, el formalismo de Vladimir Propp y un largo etcétera, era además un apasionado de la música, la geología, la botánica y la astronomía.

Las aportaciones más decisivas del trabajo de Lévi-Strauss se pueden resumir en tres grandes temas: la teoría de la alianza, los procesos mentales del conocimiento humano y la estructura de los mitos.



La teoría de la alianza defiende que el parentesco tiene más que ver con la alianza entre dos familias por matrimonio respectivo entre sus miembros que con la ascendencia de un antepasado común.

Además, para Lévi-Strauss no existe una "diferencia significativa entre el pensamiento primitivo y el civilizado", indicó el profesor de antropología Rafael Díaz Maderuelo con motivo del centenario del intelectual.

La mente humana "organiza el conocimiento en parejas binarias y opuestas que se organizan de acuerdo con la lógica" y "tanto el mito como la ciencia están estructurados por pares de opuestos relacionados lógicamente", agregó.

Entre sus principales obras figuran "Estructuras elementales del parentesco", "Antropología estructural I y II" (en las que aplica al conjunto de los hechos humanos de naturaleza simbólica un método, el estructuralismo, que permite discernir formas invariables dentro de contenidos variables) y "El pensamiento salvaje".

En esta obra, editada en 1962, demuestra que no hay un verdadera diferencia entre el pensamiento primitivo y el nuestro. "No se trata del pensamiento de los salvajes sino del pensamiento salvaje. Es una forma que es atributo de toda la humanidad y que podemos encontrar en nosotros mismos, pero preferimos en general ir a buscarla en las sociedades exóticas", explicaba.

Es también autor de Mitológicas , obra de la que el primero de sus cuatro tomos ("Lo crudo y lo cocido") ilustra la oposición entre naturaleza y cultura. Lévi-Strauss sondeó profundamente las relaciones entre cocina y cultura.
Fuente: La Nación.







ESTIMADOS LECTORES DEL BLOG: la nota sobre esta partida suscitó que me acercaran otros varios artículos relacionados, de los cuales hice una selección. Se transcriben a continuación, ampliando la información. Gracias!
Feinmann: "Lévi-Strauss mostró que el sujeto europeo es un sujeto burgués y colonialista"
En esta entrevista el filósofo y escritor José Pablo Feinman resume la influencia y las ideas centrales de Lévi-Strauss. Una visión donde el hombre no es el centro.
Por:
Silvana Boschi

¿Cuál fue la influencia de Lévi-Strauss en nuestro país y cómo se difundió su obra? En Argentina, Claude Lévi-Strauss no entra de un modo espectacular; de hecho no es él quien inaugura la moda del estructuralismo, se inaugura con Althusser y el que la impone decididamente es Michel Foucault, a fines de los años 70, con la obra "Las palabras y las cosas". El concepto fundamental es el de la muerte del hombre, y acá no podía entrar ese concepto a fines de los años '70, cuando era una época revolucionaria y la consigna era la del hombre nuevo. ¿Qué era lo que él cuestionaba?Levi-Strauss, desde sus estudios de las sociedades primitivas, cuestionó lo que para él era el eurocentrismo de la fenomenología, que en Francia estaba representada por Jean Paul Sartre. De modo que es recuperado por toda la corriente de pensadores estructuralistas y post-estructuralistas que viene después: Foucault, Barthes, Deleuze y Derrida. Para ellos va a ser la estructura el fundamento del pensar, y en algún lugar de la estructura se constituye el sujeto. Entonces, es la estructura la que constituye al sujeto, y en Foucault la estructura es el poder.¿Cuál fue el mayor aporte teórico que realizó Lévi-Strauss?El gran aporte de Lévi-Strauss, que dispara al movimiento estructuralista, es mostrar que el sujeto europeo es un sujeto burgués y colonialista, y el análisis de las sociedad primitivas le permite mostrar que el sujeto no existe en ellas, que lo que en ellas existe es un pensamiento no centrado en el sujeto. Traído a la sociedad actual, lo que Lévi-Strauss propone es una lectura estructural, científica, de las sociedades, no basada en el idealismo subjetivo. Para mi, todo esto que inauguró Lévi-Strauss sólo lleva hoy a la parálisis, porque impide la constitución de sujetos que se opongan a lo establecido. ¿Tuvo seguidores aquí?Los tiene y los tendrá, en la academia americana. Acá no hay una corriente levistraussiana, lo que hay es una corriente estructuralista que surge con él y concluye en el estructuralismo lingüístico de Derrida: hay que quitar al sujeto de la centralidad donde lo puso el eurocentrismo. Es la misma lectura que hace Lévi-Strauss, al sacar al sujeto eurocéntrico del núcleo constitutivo de la realidad.
Despedida para el siglo XX
Por Ricardo G. Abduca *
Se ha dicho de Picasso que si no hubiese pintado ningún cuadro igual lo recordaríamos como gran escultor, como ceramista. Algo parecido puede decirse de Lévi-Strauss. No deja una obra, deja varias. Fue el autor de Etnografía nambikwara, y otros textos menores, por los años 1940. Hizo luego un tratado de gran alcance, Las estructuras elementales de parentesco. Dejó también tres obras de reflexión personal y estética: su segundo gran libro, Tristes trópicos, de 1955, y dos obras postreras: su relectura de las fotos que tomó en los ’30, Saudades de Brasil y Mirar, escuchar, leer. Tres volúmenes (los dos primeros llamados Antropología estructural) reunieron sus artículos. Quizás en El pensamiento salvaje confluye la red mayor de sus argumentos. Luego se abocó casi exclusivamente a siete tomos de mitología americana: las Mitológicas, y otros tres, quizá más convincentes. En La vía de las máscaras pasó a analizar objetos concretos, en La alfarera celosa desafió a los psicoanalistas, en Historia de lince culminó una reflexión sobre la especificidad de las sociedades americanas.
Su obra también tiene entidad política. Con dos intervenciones centrales en la Unesco: “Raza e historia”, en la posguerra (que tendría que ser de referencia obligada en las escuelas públicas de hoy), y “Raza y cultura”, veinte años después, que matizó y enriqueció sus propias tesis previas. Pero también en Tristes trópicos, esa crónica pesimista que compara los trópicos despoblados de América y los hiperpoblados de Asia. Hasta sus últimos reportajes, siempre se mostró amargadamente lúcido ante el crecimiento de la población y el estropicio del planeta.
Nieto del rabino de Versailles, su obra casi no tiene referencias al mundo judío o cristiano; habló poco de ritual. Pero todo lo que se diga sobre los mitos de ahora en más tendrá que referirse de un modo u otro a su empresa. Desde el tour de force con que presentó la herencia de Mauss, en 1950, inauguró un nuevo pensamiento que está en el horizonte contemporáneo: el estructuralismo (sin él no hay postestructuralismo, ni desconstrucción). Entre los primeros en recibir su influencia, positiva o reactiva, estuvieron Lacan y Althusser. No se entiende la ontología lacaniana de los registros real, imaginario y simbólico, sin su apuesta fuerte por la autonomía de lo simbólico –y si no véanse las lecciones sobre la inyección de Irma en el seminario de Lacan, al cual asistió–. Investigadores británicos ya formados, como Edmund Leach y Mary Douglas, acusaron su influencia, como el norteamericano Marshall Sahlins. Maurice Godelier, Françoise Héritier, Philippe Descola, Eduardo Viveiros, han seguido por rutas que el ayudó a trazar. Desde la Argentina, desde Eudeba, gracias a Eliseo Verón (también Noelia Bastard y Eduardo Menéndez), se lo introdujo al mundo castellano. Describir la estela de las adhesiones y reacciones que suscitó entre nosotros (desde Blas Alberti a Carlos Reynoso, pasando por Cordeu y muchos otros) no es tarea sencilla.
Hemos terminado de despedirnos del siglo XX.* Antropólogo. Profesor de Antropología Económica (UBA).