sábado, 5 de junio de 2010

"¿Qué es lo que hace hombre a un hombre?" - Luis Darío Salamone























1- Todos los hombres no son iguales


La expresión que utilizamos de subtítulo es una negación de las aseveraciones que más recurrentemente encontramos en la clínica, y en la vida diaria, preferentemente pronunciada por parte de mujeres histéricas. Lo vamos a tomar como un chiste, por la relación que tiene con la verdad. Podemos, como dijimos, leer la negación. Es verdad que los hombres tienen algo en común, como por ejemplo su relación con el falo, por consiguiente con el goce.

Al referirnos al término “hombre” no estamos tomando un concepto del psicoanálisis. En psicoanálisis tomamos, en cambio, el término sujeto. Hombre suele utilizarse para referirse a un ser animado racional, haciéndose extensivo a todo el género humano. Se emplea el vocablo para, dentro el género humano, referirse a los varones, es decir a esas criaturas racionales del sexo masculino, pero también se aplica a aquella persona que ha llegado a la madurez, a la virilidad; en oportunidades se utiliza para referir a determinadas cualidades que se supone que un hombre debe poseer: fuerza, valentía y algunas de esas cosas que se consideran varoniles. No vamos a tomar el término hombre como relativo a la masculinidad, sino en su sentido genérico. Vamos a recortar el campo para restringirlo al de la neurosis.

Se trata de un significante que puede tener muchas derivaciones, quizás más que los ejemplos que utiliza Lacan como los significantes “mano” (mano negra, mano en la lata, segunda mano, etc) o árbol (genealógico, de la vida, etc.). Se puede tratar de un hombre de bien, de edad, de dos caras, del Estado, de la Iglesia, de letras, de mar, de mundo, de palabra, de pelo en pecho, puede tratarse de un hombre público, un hombre rana, pude utilizarse la expresión “hombre al agua”, o ser poco hombre. En fin, vemos que es un significante que puede dar cuenta de múltiples significados.

Platón definió al hombre como un animal bípedo, y ante la sorpresa de una gallina arrojada por Diógenes en medio de una charla con sus discípulos, se vio obligado a corregir: “Se trata, en verdad, de un animal bípedo sin plumas” Se dice que el filósofo cínico no tardó en arrancarle las plumas a la gallina para volver a arrojársela.

Vemos que también puede haber dificultades para definir lo que es un hombre. ¿Pero qué definiría a un hombre desde el psicoanálisis?

2- No hay hombres... cuando el deseo está en otra parte.

Hay una expresión utilizada por Jacques Lacan hacia el final del escrito “La dirección de la cura” que es “hombre de deseo”. Es una expresión que podemos considerar válida con respecto a lo que puede esperar el psicoanálisis de alguien, o a la inversa, es eso lo que puede esperar alguien de un psicoanálisis, convertirse en un hombre de deseo. Cito a Lacan: “Hombre de deseo, de un deseo que siguió contra su voluntad por los caminos donde se refleja en el sentir, el dominar y el saber...”[1] Lacan utiliza esta expresión para referirse a Freud, que en búsqueda de descifrar el inconsciente se reveló como un hombre deseo. A tal punto que le permitió sostener un discurso inédito, el del Psicoanálisis. En esta nueva lectura me resultó interesante darme cuenta de que cuando Lacan habla de un camino donde se refleja el sentir, el dominar y el saber, podemos aludir a los otros discursos formalizados por él (histérico, amo y universitario). Pese a esos reflejos Freud siguió un deseo ”contra su voluntad”, es decir no fue su yo lo que lo animó, por el contrario renunció al prestigio que le podría haber dado mucho más rápidamente su título de médico, y se lanzó a una apuesta incierta, que si no fue una mala inversión fue precisamente por haber estado animada por su deseo. Un deseo que dejaba de lado el cálculo por lo que podía llegar a perder, y acá entramos en una de las características del hombre neurótico, no puede tomar decisiones precisamente por miedo a perder, sin saber que cualquier decisión tomada implica una pérdida. En algunos casos existe un registro de esto y por eso no se toman decisiones.

Si bien nos propusimos hablar de hombre en el sentido amplio del término, es verdad que ésta suele ser una característica de los neuróticos obsesivos. La postergación es lo habitual. Pero también es verdad que los “arranques histéricos”, esos actos o actings que al sujeto lo ponen en movimiento, tampoco son productos de un deseo decidido, más bien suele considerarse como parte de su locura, sin embargo le permite avanzar.

La cita de “Dirección de la cura” en la cual Lacan se refiere a Freud como un hombre de deseo, subraya como Freud supo revelar, como un iniciado en los misterios, la relación del sujeto con el falo. Cito: “es falo cuya recepción y cuyo don son para el neurótico igualmente imposibles, ya sea que sepa que el otro no lo tiene o bien que lo tiene, porque en los dos casos su deseo está en otra parte: es el de serlo, y es preciso que el hombre, masculino o femenino, acepte tenerlo y no tenerlo, a partir del descubrimiento de que no lo es”. Vemos señalada la necesidad en el hombre, masculino o femenino, de cierto viraje con relación al falo, que deje de serlo, de completar al otro, para que pase a tenerlo o no tenerlo. Pero sabemos que esto suele trastornar al neurótico, al que se le suele ir la vida en buscar tenerlo o sufre por no tenerlo. Muchas veces necesitaría de una operación en ese plano para salir de una neurosis capaz de arruinarle la vida. Parafraseo a Lacan, que en ese párrafo lo plantea en otro sentido, pero en esa comedia-tragedia en la cual se encuentra inmerso por no tolerar la falta, ”su deseo está en otra parte”, extraviado, aplastado, impotente, insatisfecho. No es que el neurótico no sea un hombre de deseo, lo acontece es que le trae problemas, que preferiría no serlo. Y muchas veces lo consigue, marchitándolo.

3-Algo más que un pobre diablo.

Podemos encontrar una definición de lo que implica ser un hombre para el psicoanálisis en una película dirigida por Guillermo del Toro. Como lo ha demostrado Slavoj Zizek[2], la cultura popular nos brinda constantemente la oportunidad de introducirnos en la teoría lacaniana.

En esta película vamos a encontrar que se interroga exactamente por lo que nos estamos preguntando en este trabajo: ¿qué es lo que hace hombre a un hombre?. Una primera aproximación se hace a partir de otro interrogante: “¿es su origen, como nace y crece?”. En principio podríamos estar de acuerdo con una respuesta afirmativa a dicha pregunta. Tomamos en consideración para la constitución de un sujeto su relación al Otro, las determinaciones significantes que permitirán dicha constitución y que tendrá que llevar a cuestas, que lo harán elegir o no poder elegir determinadas cosas, que de alguna manera signarán su goce, sus elecciones de objeto, sus momentos de felicidad o de “falicidad”, sus pesares. Pero también sabemos que la operación analítica está para desprender al sujeto de ese Otro, para enfrentarlo a su falta, a su inconsistencia, para que caigan los significantes amos a los cuales el sujeto se encuentra alienado. Esto implica transformar al sujeto en un sujeto ético, lo cual me parece que es una forma de que un hombre se haga hombre, de que abandone sus impotencias y su posición quejosa para que soporte lo que implica sus actos y pueda tomar decisiones en conformidad con su deseo. Resulta convincente la respuesta que nos da Hellboy, el personaje central de esta película.

Para los que no la vieron se trata de una adaptación de un comic de Mike Mignola. Hellboy es traído a este mundo a partir de un experimento ocultista realizado con el patrocinio de los nazis, procurando invocar un poderoso demonio. Los aliados llegan a tiempo para frustrar la búsqueda de poder de los nazis, pero no pueden impedir que se abra una puerta por la que llega a nuestro mundo un pequeño demonio, un “niño del infierno” que sería adoptado y una vez crecido formará parte del B.R.P.D. (Bureau for Paranormal Research and Defense, Oficina para la Investigación y Defensa de lo Paranormal). Hellboy se esforzará por no ser un demonio y enfrentar esas cosas que merodean en las tinieblas, se limará los cuernos, lo cual hubiera sido remitido por Freud seguramente a la relación con el falo, se enamorará de una joven piro-cinética, un incendiaria responsable de la gran tragedia de su vida en la cual mueren, entre otras personas, sus padres. Ella no es un monstruo en su apariencia, pero las relaciones con los otros le resultan tan conflictivas como a nuestro personaje. Que la joven provoque incendios no es algo que le puede preocupar a un demonio, harían una buena pareja si ella le llevara más el apunte. El amor de Hellboy superará incluso la prueba de la muerte. No es que prefiera como algunos obsesivos enfrentar a la muerte a soportar a una mujer; sino que enfrenta la muerte para que le devuelva a su mujer. Cuando vuelve ella le dice tras regresar del otro mundo: “En la oscuridad escuché tu voz: ¿qué dijiste?”, y él le comenta: “oigan, los del otro lado, suéltenla, porque por ella cruzaré y entonces lo lamentarán”. En ese punto insiste nuestra pregunta: “¿Qué es lo que hace a un hombre, un hombre?. Es su origen, como nace y crece, no lo creo...”, Aquí comienza a desdecirse la respuesta que habíamos dado por satisfactoria antes. Hellboy nace como un diablo pero se convierte en hombre, lucha contra las determinaciones de su origen. El psicoanálisis fue creado para eso, para lo cual es necesario enfrentarse en el campo de batalla de la transferencia (disculpen la metáfora freudiana, tampoco a mí me había agradado antes, ni jamás la había utilizado, pero va con el tono épico de lo que hoy les traje). No es necesario un análisis para esto, la historia está llena de hombres que no lo necesitaron. Pero es un espacio abierto para tratar la neurosis. No hace falta para aprender algo del psicoanálisis recurrir a citas eruditas; la cultura popular, como dijimos, nos brinda muchas veces diagnósticos de situaciones, así como algunas soluciones. Claro que para llevarlas a cabo hace falta cierto grado de decisión. Digamos incluso que analizarse ya es en sí una primera decisión.

Basta de rodeos, lo que hace hombre a un hombre “...son las decisiones que toma, no cómo se inician las cosas, sino cómo decide terminarlas”.


[1] Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 2. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 1985.

[2] Zizek, Slavoj. “Mirando al sesgo” Piados, buenos Aires, 2002.



3 comentarios:

  1. Excelente articulo. Felicitaciones Luis!!!!

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  2. Estimados
    Si retiran, o atenúan el color,de tantas flores, tal vez pueda leer lo que ustedes escriben, algo de lo que pude Ver en campo tan florido despertó el deseo de leer pero... sin tanta ¡colorida interferencia!
    Toda mi admiración a Renato

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  3. Excelente el recorrido que realiza Salamone. Impresionante!!!
    Lic. Nora Cóliva

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